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Proyecto Visión 21

Una narrativa limitante muy peligrosa: la narrativa tecno-determinista

Buscando noticias recientes relacionadas con el futuro, me encontré con el artículo "¿Cuánto de Nuestra Humanidad Estamos Dispuestos a Externalizar a la IA?" por Sage Cammers-Goodwin y Rosalie Waelen, (The Nation, 27 de marzo de 2024), en donde los autores cuestionan la aceptación pasiva de la inteligencia artificial (IA) y de los sistemas avanzados de IA como AGI (Inteligencia Artificial General).

Esa aceptación acrítica de un futuro tecnológico se conoce como una narrativa tecno-determinista, es decir, un sistema de creencias que considera el progreso tecnológico como inevitable e inherentemente deseable, a menudo eclipsando reflexiones críticas sobre sus implicaciones más amplias para la sociedad.

La narrativa tecno-determinista, al sugerir que el único tema de debate son las implicaciones éticas, sociales y existenciales de la IA, impide otro diálogo más profundo, urgente y necesario sobre cómo regular y optimizar los sistemas de IA. Dicho de otro modo, la narrativa del determinismo tecnológico se refuerza a sí misma.

Esta narrativa, presentada y aceptada como la única alternativa posible, moldea sutilmente nuestra conciencia colectiva, fomentando una mentalidad que acepta pasivamente la trayectoria del avance tecnológico sin cuestionar sus suposiciones subyacentes o sus posibles consecuencias.

Al enmarcar a la IA y la AGI como fuerzas inevitables de progreso, corremos el riesgo de pasar por alto futuros alternativos y de renunciar a la agencia en la configuración del papel de la tecnología en nuestras vidas.

Como destacan Cammers-Goodwin y Waelen en su artículo, esta perspectiva tecno-determinista nos insta a reevaluar nuestras prioridades y valores como sociedad. ¿Estamos dispuestos a sacrificar elementos de nuestra humanidad en aras del avance tecnológico? ¿La búsqueda implacable de eficiencia y automatización se realiza a expensas de la conexión humana, la creatividad y el significado?

Además, los autores cuestionan la sabiduría de aceptar a ciegas sistemas de IA generativos. Si bien estos sistemas pueden ofrecer promesas tentadoras de innovación y comodidad, debemos examinar críticamente sus implicaciones para la privacidad, la autonomía y el bienestar societal. De hecho, esos sistemas podrían agravar las desigualdades existentes y erosionar el tejido de la cohesión social.

Para navegar por este paisaje complejo, debemos trascender las limitaciones de una narrativa tecno-determinista y cultivar una sabiduría, una inteligencia y un entendimiento que no reduzcan la realidad y el futuro sólo a más y más tecnología, por más tentador que resulte delegar nuestras vidas y nuestros futuros en la IA.

En definitiva, la narrativa tecno-determinista presenta tanto oportunidades como desafíos en la configuración de nuestro futuro con la IA. Al interrogar sus suposiciones subyacentes e implicaciones, podemos trazar un rumbo hacia un futuro donde la tecnología sirva como catalizador para el florecimiento humano en lugar de ser un determinante de nuestro destino.

Es hora de responder al llamado, a la convocatoria de evaluar y reevaluar críticamente el impacto de la tecnología en nuestras vidas y participar activamente en la formación de un futuro que se alinee con nuestros valores, aspiraciones y bienestar colectivo. La vida humana es demasiado valiosa como para que el futuro humano ya no sea humano.

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