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Proyecto Visión 21

Si la ciencia ficción del pasado ya es realidad, ¿realizaremos alguna utopía?

Hace muchos años leí en una antología de ciencia ficción (no recuerdo otros detalles) una historia corta sobre unos zapatos “maravillosos” que podían usarse durante mucho tiempo sin desgastarse y luego, cuando se dejaban de usarlo, simplemente se disolvían. Resulta que ahora  ese tipo de zapatos, o algo muy similar, ya es realidad. 

Hace muy pocos días, un equipo interdisciplinario de la Universidad de California en San Diego anunció la creación de un nuevo material biodegradable que puede usarse precisamente para producir distintos tipos de calzado y que, cuando se lo deja de usar, se disuelve en agua salada en cuestión de pocas semanas. De hecho, sirve de alimento para los peces.

Aunque los zapatos ahora creados en California no son los primeros zapatos biodegradables, sí son los primeros que incorporan poliuretano biodegradable, de modo que se usan como cualquier otro calzado con suelas de plástico, pero luego se desintegran, sea en el agua o en la tierra. 

Más allá de esos detalles, lo que realmente me llama la atención es el hecho de que, una vez más, la ciencia ficción anticipa a la realidad. O, dicho de otro modo, lo que antes sólo era una ficción inalcanzable producto de una mente muy imaginativa, ahora es un producto real. Surge entonces la pregunta: ¿cuántas otras ideas antes imposibles pronto serán reales? O quizá ya lo son.

Existen, obviamente, innumerables ejemplos de ciencia ficción que ahora es ciencia (y tecnología) real. Entre los ejemplos más famosos se destacan los submarinos y los cohetes espaciales de Jules Verne, así como ejemplos de Viaje a las Estrellas (comunicador, tabletas, puertas automáticas) y de la Guerra de las Galaxias (motocicletas voladoras).

Pero dejando de lado esos y otros ejemplos, la verdadera pregunta es si, así como los zapatos biodegradables pasaron de ser una idea utópica a un producto real, ¿se transformarán las distopías del pasado en la realidad del futuro (quizá incluso del futuro cercano)?

En el siglo 19, Mary Shelley advertía en su conocidísima novela Frankenstein sobre las nefastas consecuencias de usar la tecnología con la meta de endiosar a los seres humanos. En años más recientes, películas como 2001: Odisea Espacial, Terminator y The Matrix, desde distintas perspectivas, advierten sobre una tecnología fuera de control, capaz de esclavizarnos o aniquilarnos. 

Ahora bien, esas obras de ficción se parecen mucho a recientes avances en ciencia y tecnología que parecen encaminarse precisamente a ese endiosamiento humano sea, por ejemplo, con una conexión directa entre el cerebro humano y una computadora, o sea descargando nuestra personalidad (¿nuestra consciencia?) en un avatar digital. 

Antes que alguien diga que eso no es posible y que nunca va a suceder (antes se decía que nada más pesado que el aire podía volar), los invito a buscar información sobre Neuralink (de Elon Musk) y sobre StoryFile (life.storyfile.com), una plataforma que usar realidad aumentada, inteligencia artificial conversacional, lenguaje natural y video para crear conversaciones virtuales, con personas vivas o ya fallecidas.

¿Serán las utopías del pasado las realidades del futuro?

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