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Proyecto Visión 21

Repetir el pasado vuelve insignificante al presente y cancela el futuro

Se cuenta la historia de que, durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército inglés decidió revisar sus tropas para encontrar la manera de aumentar su efectividad y esa revisión encontró que junto a cada cañón móvil siempre había dos soldados que no hacían nada, una situación inaceptable en medio de aquel trágico conflicto bélico.

Al analizar el tema, se determinó que la razón por que junto a cada cañón siempre había dos soldados que no hacían nada era que, durante la Primera Guerra Mundial, cuando los cañones eran transportados en carros movidos por caballos, se asignaba a dos soldados para que, en el momento de los disparos, sujetasen a los caballos, impidiendo la huida de los animales.

En otras palabras, aunque los años habían pasado y los cañones ahora se movían sobre vehículos motorizados, aun así, se seguía asignando a soldados para sostuviesen a caballos, aunque ya no había caballos acarreando cañones. Como consecuencia, miles y miles de soldados que de otra manera podría haber contribuido a la batalla estaban simplemente parados allí, inactivos.

La historia me recordó aquella otra historia, una anécdota que probablemente nunca ocurrió, cuando la hija (ya adulta) se dispone a preparar pollo para la cena de la manera que había aprendido de su madre: cortar el pollo en forma casi cuadrada y ponerlo así dentro de la olla. 

Esta vez, intrigada por esa inusual acción, llamó a su madre y le preguntó por qué había que cortar el pollo de esa manera. La madre le respondió que ella no sabía y que ella siempre lo había hecho así porque así lo había aprendido de su propia madre.

Madre e hija, ahora ambas intrigadas, decidieron llamar a la abuela de la familia para preguntarle por qué ella cortaba el pollo de forma casi cuadrada antes de ponerlo en la olla para cocinarlo. La respuesta de la abuela fuera clara: “Porque cuando yo era joven y pobre teníamos una sola olla y era tan pequeña que había que cortar el pollo para ponerlo en la olla”.

A veces, como enseñaba el Buda (en una historia recogida por Anthony de Mello en El Canto del Pájaro), esa innecesaria e insensata repetición del pasado adquiera características cómicas y hasta ridículas, si no fuese porque en realidad es una tragedia.

Buda hablaba de aquella ocasión en la que un sabio estaba hablando a un grupo de sus discípulos cuando un gato llegó al lugar y comenzó a maullar, claramente pidiendo comida. Se le dio comida y al día siguiente el gato volvió. Luego de varios días, para que no molestase, alguien decidió atarlo. 

Años después, darle de comer al gato y atarlo se volvió una actividad más en los encuentros entre el maestro y sus discípulos. Años después, cuando el gato murió, se lo reemplazó por otro gato similar. Y siglos después, las nuevas generaciones de discípulos escribieron sesudos tratados sobre cómo alimentar y atar al gato, y cómo reemplazarlo. 

Por eso, la insensata repetición del pasado cancela el futuro.

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