Menu

Proyecto Visión 21

La apariencia de conocimiento nos arrastra al peligroso autoengaño

Recientemente, un conocido me decía que, en su niñez, se vio forzado por una cuestión de tradición familiar a aprender a leer en voz alta el idioma de sus antepasados. Tras varios años, finalmente logró hacerlo. Y aunque hoy, ya sexagenario, puede seguir repitiendo fielmente muchas de aquellas lecturas, nunca aprendió su significado. 
 

“Estoy seguro de que, al hablar aquel idioma, yo he dicho muchas cosas importantes y seguramente muchas cosas lindas. Pero hasta hoy desconozco qué dije. Me enseñaron el idioma, pero no el significado”, me explicó este conocido. 
 

La situación, aunque generada en otra época y en otro contexto, me llamó la atención porque refleja adecuadamente nuestra realidad actual: podemos pretender que leemos algo, podemos pretender que estamos diciendo algo, e incluso podemos pretender que nos estamos comunicando, pero en realidad no sabemos ni entendemos nada de lo que leemos o decimos. 
 

Y si que cree que estoy exagerando, me permito entonces recordar el conocido fenómeno de los “expertos instantáneos”, es decir, aquellos que, tras mirar un video en las redes sociales o recibir una respuesta de alguna inteligencia artificial generativa ya se presentan como “expertos” en un tema del cual no saben ni entienden nada, pero que repiten como si supieran. 
 

En el caso del conocido con quien conversé, él por lo menos estaba consciente de que no sabía el significado de lo que leía o decía. Pero en el caso de estos “expertos instantáneos”, dedicados a vender agua del río, su autoengaño llega a tal nivel que no solamente creen que saben, sino que creen que pueden impartir su supuesta “sabiduría” a otros. 
 

Se ha dicho (no recuerdo quién) que existe algo peor que la ignorancia y es la ilusión del conocimiento. Y esa ilusión de saber prevalece en nuestra época y se expresa de diversas maneras. Por ejemplo, están aquellos que por ver una película de ciencia ficción creen que ya conocen lo suficiente sobre los famosos “agujeros negros” en el espacio. He encontrado varios. 
 

Esa ilusión de conocer, es decir, el no reconocer la ignorancia y de aferrarse a un conocimiento sin fundamentos (“Lo vi en la televisión”, “Lo pusieron en las redes sociales”) lleva a encerrarse dentro de una “caja de resonancia” donde sólo aceptamos aquello que coincide con lo que creemos y rechazamos todo lo que no coincide con nuestras creencias. 
 

Pero al mundo y a la historia poco y nada le importa lo que creamos ni cuántos videítos miremos cada día para sentirnos informados y sabios. Las cosas (todas las cosas) constantemente cambian y parece que lo único que no cambia es nuestro férreo empeño en autoengañarnos al repetir palabras y frases de las que desconocemos el significado. 
 

Quizá sea hora de hacer lo que hizo el conocido con quien hablé: ser honestos con nosotros mismos y darnos cuenta de que en realidad no sabemos nada y nunca lo supimos. Quizá entonces podamos comenzar a tener esos diálogos creativos y generativos que tanto amaba Sócrates y que tan urgentemente necesitamos hoy. 

 

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.