Uno de los mecanismos de defensa enumerados y explicados por Freud consiste en simplemente negar que algo que está pasando o haya pasado haya realmente ocurrido. De esa manera, escudándose detrás de esa negativa a ver la realidad, la persona afectada sigue actuando como si nada hubiese sucedido, evitando así asumir su propia responsabilidad.
Ese mecanismo de defensa surge y se activa también a nivel social y, de hecho, a nivel mundial. La humanidad entera parece seguir operando como si todo estuviese como siempre estuvo, aunque la realidad a nuestro alrededor (si nos atrevemos a verla) indica lo contrario.
Por ejemplo, en la actualidad ya hay unos 8000 millones de humanos en la tierra, cuatro veces más que hace un siglo y 20 veces más que hace un milenio. ¿Por cuánto tiempo podrá el planeta seguir soportando nuestra presencia? ¿Cuánto tiempo más llevará reconocer el gran aprieto en el que estamos y sincerarnos sobre nuestra verdadera situación?
Como si eso no nos alcanzase para despertarnos a nuestra realidad y dejar de negarla, un reciente artículo indica que ya son 36 las personas del planeta que tienen implantes cerebrales que les permiten conectarse directamente con computadoras. Y esas personas son sólo el grupo experimental inicial.
Además, un nuevo estudio en tiempo real del cerebro humano, hecho por la Universidad Texas A&M, indica que el cerebro humano funciona de otra manera cuando las personas trabajan junto a robots. Esos cambios hacen que los humanos “confíen en los robots más de lo que deberían confiar”. Me pregunto qué pasará una vez que nuestros cambios neuronales ya sean irreversibles.
Y, aunque parezca de ciencia ficción (no lo es), el robot artista Ai-Da se presentó recientemente ante el parlamento británico para hablar del futuro de la inteligencia artificial. Según Ai-Da, los robots inteligentes ahora “se expresan a sí mismos” por medio del arte y “reflexionan y exploran” su relación con la tecnología y con los seres humanos.
Según un reporte del discurso de Ai-Da ante los parlamentarios británicos publicado en el sitio ArtNet, los legisladores quedaron “aterrorizados” al escuchar a “la tecnología hablando por sí misma”.
Y hablando de ciencia ficción que ya no lo es, Google recientemente anunció que ya existen los prototipos de cabinas de videollamadas holográficas tridimensionales. El llamado Proyecto Starline permitirá en poco tiempo “conversar con versiones holográficas de tus amigos, familiares o compañeros de trabajo”.
Esos y muchos otros ejemplos (que compartimos diariamente en nuestro Diario Futuro Emergente y en Futurizonte.com) indican que el futuro ya no es continuidad del pasado y que ya no podemos negar que existe esa brecha entre el presente y futuro. Dicho de otro modo, lo único que podemos llevarnos del presente al futuro somos nosotros mismos, porque todo lo que sabemos y tenemos ya es obsoleto en el nuevo futuro.
Ignorar la realidad no la cambia y, de hecho, sólo aumenta las frustraciones, las tensiones y las emociones negativas. Cerrar los ojos a la realidad (es decir, actuar como niños) sólo acrecienta el problema.