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Proyecto Visión 21

El camino que seguimos, incluso con mapas, quizá no sea el correcto

Llegué recientemente a un parque al sur de la ciudad donde vivo y, poco después de comenzar a caminar en el sendero que comienza en la puerta del parque, me encontré con una joven pareja que caminaba en dirección contraria. Justo al cruzarnos, el hombre, mapa en mano, le dijo a su compañera: “Caminamos tanto que ya debemos estar cerca de llegar al dique”. 

Ellos siguieron su camino y yo el mío, sin ninguna oportunidad de que yo les dijese nada. Pero si yo hubiese tenido esa oportunidad, entonces les hubiese dicho que el dique que ellos buscaban no estaba cerca de la puerta del parque sino precisamente en el otro extremo del parque, a varios kilómetros de distancia. 

En pocas palabras, la joven pareja había estado caminado probablemente por un largo tiempo y confundió la duración de su caminata con el acercamiento al destino al que ellos querían llegar. Pero, contrariamente a lo que ellos suponían y esperaban, cada paso que daban los alejaba de su destino. Cada paso empeoraba las cosas, incluso con el mapa en la mano. 

Estoy seguro de que la pareja eventualmente llegó a la puerta del parque y en ese momento le deben haber preguntado a alguien en la casilla de entrada donde estaba el dique, sólo para descubrir que habían caminado en la dirección equivocada. Quizá lo tomaron como una aventura y quizá hasta lo compartieron risueñamente entre sus conocidos. 

Pero en el camino de la vida caminar por el camino equivocado no es una aventura, sino una desgracia. Y no es una comedia, sino una tragedia. De hecho, en una antigua compilación de proverbios se lee que “Hay camino que a las personas se les presenta como derecho (conveniente), pero es un camino que lleva a la muerte (autodestrucción)”. 

Encontrar el camino correcto significa tener la capacidad de desconfiar del mapa que uno tiene en la mano, sea cual fuere ese mapa (libro, dogma, enseñanza, idea, creencia, gurú o lo que fuere). El mapa y el territorio no son lo mismo. Si yo tengo un mapa de París en mi mano eso no significa que conozco París. Además, el mapa puede ser incorrecto o quizá uno no sepa interpretarlo. 

Entre los filósofos griegos, encontrar y seguir el camino correcto (“camino” en griego se dice “odós”) era encontrar un “método”. Además, los primeros seguidores del maestro de Nazaret (quien simplemente dijo “Yo soy el camino”) se llamaban a sí mismos “Los del camino”. Y, como sabemos, en Oriente “camino” tiene un nombre que aún hoy se usa: Tao. 

Tan importante era encontrar y seguir el buen camino que Heráclito enseñaba que “el camino hacia arriba y hacia abajo es el mismo”, una enseñanza que hoy se ha alejado de nuestras mentes y corazones. No caben dudas que hemos perdido el camino, incluso con el mapa en el mano. Por eso, deambulamos por la vida sin rumbo, ni dirección, ni sentido. 

Como dijo Antonio Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. 

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