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Proyecto Visión 21

¿Cuál será el último elemento verdaderamente humano en desaparecer?

No encuentro otra manera de comenzar esta columna que compartir una pregunta que se escucha cada vez con mayor frecuencia, pero a la que poca atención se le presta y que, en mi opinión, sigue siendo ignorada por la amplia mayoría de las personas: ¿cuál será el último elemento verdaderamente humano en desaparecer? Y ¿cuál es ese elemento?

Pocas dudas que en las próximas décadas (e incluso probablemente en los próximos años) la humanidad tal como la conocemos desparecerá, sea porque ya no habrá humanos, o porque los humanos quedarán bajo el control de inteligencias súper humanas, o alguna combinación parcial de esos y otros escenarios.

Y no se trata ni de ciencia ficción ni de una preocupación sin fundamentos.

En su reciente libro La Batalla por Tu Cerebro, la Dra. Nita Farahany afirma que los avances en neurociencia y en neurotecnología que, aunque pueden llegar a ser de gran beneficio para curar o remediar enfermedades cerebrales, probablemente se convertirán en una amenaza para la privacidad de nuestros pensamientos. 

De hecho, según Farahany, estamos en el umbral de la desaparición de la libertad cognitiva, ya que en poco tiempo todos nuestros pensamientos serán “universalmente controlados” por las nuevas tecnologías, por lo que en cuestión de años todo lo que pensemos será conocido por la inteligencia artificial y, por lo tanto, ya no tendremos determinación propia.

Y no se trata de un libro de ciencia ficción, sino de una advertencia emitida por la máxima autoridad global en temas éticos y legales de las tecnologías emergentes. (Farahany es profesora en la Facultad de Abogacía de la Universidad Duke.)

A la vez, un reporte publicado en febrero pasado por el Pew Research Center indica que existe un “acuerdo general” entre un numeroso grupo de expertos consultado por esa organización sobre el hecho de que hacia 2035 los humanos habremos perdido nuestra capacidad de tomar decisiones por nuestra cuenta, es decir, nuestra autonomía personal habrá desaparecido. 

Ese mismo año, dijeron los expertos, la inteligencia artificial llegará a tal nivel que tomará sus propias decisiones sin intervención y con pocas posibilidades de que los humanos puedan participar en esas decisiones. 

Dicho de otro modo, dentro de una década los humanos ni estaremos en control de nuestras vidas ni podremos controlar la tecnología que ahora estamos creando. O, para decirlo técnicamente, la tecnología “se habrá vuelto opaca incluso para sus creadores”. 

Mientras todo eso se está gestando, existe la posibilidad, según Ray Kurzweil, que en 2030 coincidan (y no coincidencia) dos increíbles eventos: la singularidad tecnológica (la inteligencia artificial superando a la inteligencia humana) y la inmortalidad de los humanos (gracias, precisamente, a los avances tecnológicos). 

¿Qué opciones tenemos entonces los humanos para seguir siendo humanos? ¿Qué existe dentro de nosotros que nos hace verdaderamente humano y que nada ni nadie podrá arrebatárnoslo? ¿En qué elemento se manifiesta y se vive en toda su plenitud lo más humano del ser humano? 

Paradójicamente, la tecnología no puede responder a esas preguntas, pero puede evitar que las pensemos. 

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