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Proyecto Visión 21

Poco ha cambiado nuestra sociedad en los últimos dos milenios y medio

Recientemente leí que alguien expresó que en nuestra sociedad “todo está perdido” porque “los malos sirven de buen ejemplo y los buenos de burla”. Esa queja refleja la “desintegración de los pilares fundamentales” de la sociedad actual, y, más específicamente, los grandes “desafíos éticos” que enfrenta el mundo en estos momentos.

Pero esa no fue la única queja que encontré publicada en medios de comunicación en los últimos tiempos.

Alguien más se quejaba, por ejemplo, de que vivimos en un momento en el que  “aquellos que aún no han sido humillados por la vida ni conocen sus propias limitaciones”, al mejor estilo narcisista, “se exaltan a sí mismos” y se creen “iguales a los mejores”, aunque en realidad no lo son y difícilmente lleguen a serlo.

Y otra persona, enfocándose en los jóvenes, sostuvo que la juventud actual no respeta “ni a la autoridad, ni a los mayores, ni a los maestros”, agregando que los jóvenes prefieren “chatear” en vez de trabajar o de ejercitarse. Por eso, los de menor edad se han vuelo los “dictadores de padres y maestros”.

Todas esas observaciones (aún reconociendo que son generalizaciones y que las excepciones son muchas) parecen representar apropiadamente la situación actual de nuestra sociedad, en donde poco importan las consecuencias de las acciones propias, en donde es “lo mismo un burro que un gran profesor” (como dice el tango Cambalache), y en donde todos se creen mejores a todos y con el derecho de desmerecer al otro.

Además, las nuevas tecnologías, como Internet y las redes sociales, en vez de facilitar el diálogo, lo impiden y a la vez restringen la comunicación a textos cortos, divertidas imágenes o simplemente a un “Me gusta” (en el mejor de los casos). Por eso, las observaciones sobre la sociedad actual compartidas en los párrafos anteriores parecen acertadas y por eso mismo debemos ofrecer un importante detalle:

Las tres quejas arriba mencionadas fueron expresadas hace más de 2000 años.

La primera cita es del filósofo griego Demócrates, probablemente del siglo 1 antes de nuestra era, es decir, contemporáneo de Julio César y del emperador Augusto. Demócrates, que algunos dicen tuvo pensamientos similares a los de la democracia moderna, se quejaba del alto nivel de corrupción en la sociedad de su tiempo.

La segunda cita es del conocido filósofo Aristóteles, del siglo 4 antes de nuestra era. En este caso, la queja se enfoca en aquellos quienes, porque saben algo, creen que ya lo saben todo. Se trata (agrego yo) de una situación peor que la ignorancia, porque la ignorancia puede remediarse con conocimiento, pero el autoengaño pocas veces tiene remedio.

Y la tercera cita es de Sócrates hablando de los jóvenes de Atenas hace unos 2400 años, aunque podría aplicarse a los jóvenes de casi cualquier lugar del mundo en nuestros propios días. Pero los padres también son responsables por su incapacidad de aceptar la identidad de una nueva generación.

En definitiva, en 2500 años de “civilización” occidental, no hemos avanzado ni mejorado (casi) nada.

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