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Proyecto Visión 21

Año Nuevo, vida nueva… o quizá solamente más de lo mismo

Seamos honestos: al principio de cada año todos nos proponemos metas o hacemos “resoluciones” para el nuevo año, pero, sólo pocas semanas después, ya dejamos de cumplir esas metas. Aún peor, creemos que debemos esperar todo otro año para establecer nuevas metas que, obviamente, tampoco vamos a lograr. Y así vivimos. 

Pero existe algo peor que no cumplir las metas y eso peor es dedicarse a lograr las metas equivocadas. 

Muchas personas establecen sus metas para lograr “más de lo mismo” y luego, a fin de año, lo han logrado y tienen un carro nuevo que ya trae incorporada toda la tecnología. O se han comprado la casa de sus sueños. O se han ido de vacaciones a ese lugar que tanto deseaban. O finalmente han logrado modificar su aspecto físico.

Obviamente, no hay nada de malo en comprarse un carro o una casa nuevas, o en tomarse buenas vacaciones o mejorar la salud física. Ese no es el problema. El problema surge cuando se persiguen esas metas en el marco de la constante presión social de mostrarnos como “exitosos” o “triunfadores”. 

Dicho de otro modo, nos proponemos lograr metas impuestas por otros (la sociedad, los medios de comunicación, las redes sociales), pero no nuestras propias metas. Entonces, el carro, la casa, las vacaciones, el nuevo aspecto físico, lejos de ser elementos transformadores, se convierten en trampas porque al año siguiente ya queremos otro carro y otra casa nuevos, sin nunca conformarnos.

Por eso, lograr metas que otros nos presionan y hasta nos fuerzan a lograr es peor, por así decirlo,  que no lograr ninguna meta, porque en realidad de trata de una ilusión, de un trágico autoengaño basado en creer que “tener” equivale a “ser”.

Como ya no decía Erich Fromm el siglo pasado (libro de 1976), vivimos en una sociedad en la que se prefiere “tener” a “ser”, porque el “tener” (carro, casa, abultada cuenta bancaria, o lo que sea) se asocia “ilimitada felicidad y libertad”. Como consecuencia, las personas se “creen” ser algo sólo porque tienen algo, especialmente si tienen algo que otros no tienen.

Pero, como sabiamente advierte Fromm, el modo existencial de “tener” enfoca toda su energía en controlar y adquirir “cosas”, y no solamente cosas materiales, ya que el “tener” incluye a personas (es decir, “recursos humanos”) y al conocimiento. De esa manera, el modo existencial del tener no deja lugar a “ser” ni, mucho menos, ser nosotros mismos.

Por el contrario, el cada vez más raro modo existencial de ser dirige toda su energía al “cultivo y desarrollo” tanto personal como social e incluso global. Por eso, el modo existencial de ser activa otro modo existencial, el de hacer o actuar,  cuyo propósito principal es actuar para el bien individual y de la sociedad. 

En definitiva, cuando uno se propone metas propias y no las alcanza, por los menos, con un poco de reflexión, uno descubre sus propios límites. Pero las metas impuestas nos engañan haciéndonos creer que el “tener” no tiene límites.  

 

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