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Proyecto Visión 21

¿Sobreviviremos el umbral del 2030? Quizá sí, pero debemos preparamos

Por algún motivo, el 2030 se presenta como un año interesante en la historia de la humanidad, un momento bisagra en el que, aparentemente, cruzaremos un umbral hacia una nueva realidad para la que no estamos preparados y que a duras penas podemos describir. Y no se trata ni de especulación ni de ciencia ficción, sino sólo de prestar atención a recientes avances en ciencia y tecnología.

Por ejemplo, en abril de 2030 la nave espacial Europa Clipper de la NASA comenzará a orbitar Júpiter (un viaje de 2600 millones de kilómetros desde la tierra), pasando unas 49 veces cerca de Europa, una de las lunas de Júpiter, para estudiar por medio de avanzados instrumentos la posibilidad de vida en esa luna, debido a que allí existe un océano.

Según declaró Fabian Klenner, astrobiólogo y experto en ciencias planetarias en la Universidad de Washington, se anticipa que la sonda espacial “detectará formas de vida similares a las de la tierra”, sea en Europa o en otras lunas con océano orbitando Júpiter o Saturno.

Por su parte, el conocido futurista Ray Kurzweil recientemente declaró que, tal como ya él lo había anticipado en 1999, para 2029 la inteligencia artificial alcanzará un nivel de inteligencia similar al de los humanos “debido al crecimiento exponencial de la tecnología”.

Y el mismo Kurzweil, quien durante los últimos 30 años anticipó de manera correcta el 86 por ciento de sus predicciones, afirmó hace dos semanas que 2030 podría ser el año en el que los humanos alcancemos la inmortalidad, gracias a una combinación de avances en genética, nanotecnología y robótica que permitirá no solamente curar enfermedades ahora incurables, sino también rejuvenecer a las personas.

Además, según Nick Spencer and Hannah Waite, autores del nuevo libro Playing God (Jugando a ser Dios), a la vida extraterrestre, a la inmortalidad humana y a la inteligencia artificial verdaderamente inteligente (y quizá consciente) se le suman otros posibles avances irreversibles, como la ingeniería genética, y grandes desafíos aún sin respuesta, como el cambio climático y la destrucción del planeta.

Todos estos elementos en conjunto nos “hacen pensar” (y, agrego, dudar) “de la naturaleza y del destino de la humanidad”, afirman Spencer y Waite. Y tienen razón. En un mundo en donde reina la corrupción y se expande el autoritarismo y el populismo, donde las guerras son interminables, el hambre crece y los recursos naturales se reducen, ¿cómo responderemos a los grandes desafíos mencionados?

¿Nos ayudará la inteligencia artificial general a resolver nuestros problemas? ¿Nos dará la inmortalidad más tiempo para restaurar el planeta? ¿Será el hallazgo de vida extraterrestre la inspiración para la cooperación global? Quizá, pero la historia no está a favor de resultados positivos.

Creo que existe una mayor probabilidad de que la inteligencia artificial exacerbe el autoritarismo y la desigualdad social, la inmortalidad provoque el deseo de “reducir” la población del planeta y la vida extraterrestre desencadene agitación social e inestabilidad global.

¿Sobreviviremos entonces el umbral sin retorno del 2030? Quizá sí, pero ya debemos preparamos.

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