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Proyecto Visión 21

¿Dejaremos nuestras decisiones y nuestro futuro en manos de “sabios de silicio”?

El rápido avance de la inteligencia artificial (creada por nosotros mismos, vale la pena recordar), sumadas a las constantes pruebas de nuestra ineptitud para vivir en armonía con el planeta y con los otros, han motivado a un creciente número de personas a insistir que la IA debe tomar importantes decisiones sobre nuestro futuro y quizá incluso gobernar nuestras vidas.

La nueva situación ha sido catalogada por el Dr. John Vervaeke, neurocientífico y filósofo de la Universidad de Toronto, como la llegada del “sabio de silicio” (“silicon sage”, en inglés). Por su parte, el divulgador científico español Ignacio Crespo describe la nueva tendencia como el arribo del “augur binario” (excelente descripción sin dudas).

Más allá del nombre que se utilice, queda claro que ante nuestra propia y evidente incapacidad como humanos de resolver nuestros propios problemas muchas personas (cuántas personas no se sabe) asumen que sería mejor que la IA tome las decisiones. Y, cuando se trata de decisiones políticas, sobran las razones y los ejemplos que indican que sería mejor que los políticos no decidan.

Pero ¿dónde quedamos nosotros los humanos? Quiero decir: ¿de qué nos sirve ser humanos si ya no podemos o no queremos decidir por nosotros mismos? Dicho de otro modo, ¿en qué nos hemos convertido (o estamos a punto de convertirnos) si hasta tenemos que delegar, o tenemos la intención de delegar, en la IA nuestras más importantes decisiones?

Parece que no nos resulta suficiente que los algoritmos decidan qué debemos comprar en línea o qué película debemos ver o qué mensaje en las redes sociales es o no es para nosotros. Parece que tampoco nos resulta suficiente que la IA monitoree nuestros correos electrónicos o genere textos e imágenes (casi) al nivel de los creadores humanos. Ahora queremos dejar nuestras vidas enteras en manos de la IA.

Esa situación, esa tendencia poco tiene de progreso y mucho de retroceso porque parece concederle al augur binario, al sabio de silicio un nivel de sabiduría y de justicia por encima de cualquier ser humano y, por lo tanto, se considera apropiado y hasta necesario depositar toda nuestra confianza (y apostar nuestro futuro) a las decisiones que tome la IA, es decir, nuestra propia creación.

¿Dónde quedaron entonces las grandes tradiciones de sabiduría que durante milenios han sido transmitidas, escritas y repensadas en casi todas las culturas alrededor del mundo? Me atrevo a decir que quedaron atrapadas (es decir, devaluadas y tergiversadas) dentro de incontables “videítos” publicados en las redes sociales mayormente por aquellos que nada saben de esas grandes tradiciones.

No estoy sugiriendo ni volver al pasado ni desconectar la IA. Pero, a la vez, me desagrada la idea de que la humanidad llegue al punto de rendirse ante su propia creación, de dejar de lado toda capacidad de recordar, vivir y pensar. De hecho, me aterra esa situación.

Como bien decía Dante en el Canto 1 del Infierno, quienes entran al infierno son quienes se olvidaron de las bondades del intelecto, quienes dejaron de pensar.

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