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Proyecto Visión 21

Ya se ofrecen las clases para aprender a nadar fuera del agua

Recientemente recibí un mensaje en el que se me pedía compartir con mis contactos el inicio de un curso para enseñarles a las personas cómo abrir su propio negocio de cuidado de niños. Un poco más abajo en el mismo mensaje se indicaba que durante el curso no se ofrecería cuidado de niños porque, aparentemente, los organizadores no estaban habilitados para ese servicio.

Pensé que esos mismos instructores quizá estén preparando un curso para aprender a nadar fuera del agua y otro para aprender a leer con audiolibros. 

La contradicción en el anuncio sobre cuidado de niños es tan grande, y la ironía tan inevitable, que nadie que lea ese aviso puede dejar de notar que los organizadores ofrecen enseñar lo que ellos mismos no tienen permiso para ofrecer. Pero vivimos en una época tan extraña que seguramente a nadie le importa si alguien enseña lo que no sabe o lo que no practica.

Como ya dijimos alguna vez en este mismo espacio, vivimos en la época de la ignorancia arrogante, es decir, una ignorancia que se sabe ignorante, pero que, lejos tratar de dejar de serlo, busca imponer esa ignorancia a otros. 

Y si a esa ignorancia arrogante se le suma una actitud narcisista, la persona en cuestión puede llegar a ser muy exitosa en el contexto en el que vivimos. ¿Cuál ese contexto? Estamos fuera del paraíso, dentro del capitalismo y de este lado de la pandemia. Y se le podría agregar (existen suficientes argumentos para hacerlo), la primera gran revolución global e integral.

Y a la vez que eso sucede, por el efecto combinado de la pandemia y de las redes sociales, casi todos (comenzando por quien escribe estas líneas) estamos experimentando una importante reducción de nuestras capacidades cognitivas y, como consecuencia, cada vez nos resulta más difícil entender lo que pasa, anticipar lo que sigue y tomar buenas decisiones.

En ese contexto, a la ignorancia arrogante, al narcisismo destructor y autodestructor, y a la pérdida de capacidades cognitivas (lo cual lleva a la infantilización y autoexplotación de los adultos) se le suma tal nivel de autoengaño que todavía seguimos buscando “volver a la normalidad” o “llegar a una nueva normalidad”, sin poder o querer aceptar que la “normalidad” era solamente el caos al que nos habíamos acostumbrado. 

Y aunque esa situación genera la oportunidad de expandir la consciencia y abrir la mente y el corazón para cocrear un nuevo futuro (que no es el mismo para todos ni llega simultáneamente para todos), en vez de eso, preferimos que nos vendan agua del río, como enseñaba Anthony de Mello en referencia al hecho que nos hemos vuelto tan dependientes que ya no podemos satisfacer por nosotros mismos nuestras necesidades más básicas. 

Por eso, según una nueva encuesta hecha por la Asociación Psicológica de Estados Unidos, casi 9 de cada 10 adultos en este país ahora vive con un alto nivel de tensiones emocionales. Y ni los memes, ni los “Me gusta” ni los “influencers” son la respuesta. 

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