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Proyecto Visión 21

Viajar representa la oportunidad de reencontrarse con uno mismo

Se ha dicho, y con razón, que una de las mejores maneras de conocerse a uno mismo es viajar. Pero viajar no es solamente un mero cambio geográfico, no es trasladarse de un lugar a otro, sino que es estar plena y conscientemente abierto a la experiencia que nuestra realidad cotidiana no es ni toda la realidad ni la única realidad.

Conozco muchas personas (y, de hecho, he padecido a varias de ellas) que se trasladan de un lugar a otro, pero que nunca salen de sí mismos. Llegan a un lugar al otro lado de la ciudad, del país o del mundo y pretenden y exigen que todo sea exactamente igual al lugar en el que ellos viven.

Son personas que llegan a un cierto lugar y lo primero que hacen es buscar las direcciones de las mismas cadenas de restaurantes y de cafeterías que ellos frecuentan para ir a comer allí, sin jamás visitar, ni querer visitar, los restaurantes locales.

Son personas que exigen que se les hable en su idioma, aunque estén en un país en el que su idioma no es ni el idioma oficial ni un idioma predominante. Aún peor, exigen que las personas del otro país (de la otra cultura) se comporten según las expectativas y deseos del recién llegado, sin el más mínimo intento de entender la cultura del lugar al que llegaron.

Son personas que viven dentro de su propia y pequeña burbuja narcisista, la única que (lamentablemente) han conocido durante toda su vida y que por eso (lamentablemente) llevan a todos lados y confunden con los límites de la realidad.

Viajan, cambian de lugar, pero, sin importar dónde estén, no ven a los otros, y, si los ven, los ven como algo exótico, algo interesante para fotografiar, algo divertido para un posteo en las redes sociales. Pero nunca es un encuentro transformador con el otro que a la vez es y no es como yo y que, por eso, me obliga a cuestionarme a mí mismo.

Con esas “burbujas de narcisismo” no hay diálogo posible porque no hay diálogo de ellos con ellos mismos. No tienen un diálogo interior. No importa a dónde vayan, nunca salen de dónde están.

Por el contrario, todo verdadero viaje, sea al otro lado de la ciudad o al otro lado del mundo, es un viaje de descubrimiento y, por lo tanto, de autodescubrimiento. 

Básicamente, uno descubre que lo que uno creía “normal” era solamente aquello a lo que uno estaba acostumbrado. Y que la “verdad” que uno había aceptado era, en el mejor de los casos, una verdad válida solamente en un cierto contexto cultural e histórico. 

Y la mención de la historia nos lleva a otro punto importante: no todos los viajes de autodescubrimiento son viajes geográficos. Los viajes al pasado y al futuro también lo son. 

¿Quieres conocerte a ti mismo? Sal de la burbuja de narcisismo en la que estás encerrado y allí mismo donde estás ya habrás viajado a otra realidad. 

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