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Proyecto Visión 21

Transmitiendo sabiduría a través de milenios: lecciones de rituales aborígenes para el futuro humano

Recientemente leí un artículo (en Phys.org) en el que se indica que arqueólogos encontraron evidencia de que las comunidades aborígenes australianas transmitieron el mismo ritual de una generación a otra durante 50 generaciones, es decir, desde hace 12.000 años (el final de la edad de hielo) hasta el presente. Me pregunto si nosotros tendremos la habilidad de dejar un mensaje a nuestros distantes descendientes.

Mi primera reacción fue pensar que no podemos hacerlo. A pesar de toda nuestra avanzada tecnología, la rápida obsolescencia tecnológica, las constantes disrupciones sociales (sean naturales o causadas por los humanos) y los cambios culturales han hecho que los conocimientos y la búsqueda de la sabiduría se hayan vuelto irrelevantes. ¿Qué les dejaremos a nuestros descendientes? ¿Memes y videítos?

Además, estamos tan encerrados en el corto plazo (de hecho, en la gratificación inmediata) que no podemos pensar más allá de un “ahora” mal entendido como este efímero momento imposible de atrapar, mucho menos de retener. No pensamos en el futuro, mucho menos en el futuro dentro de 12.000 años. No pensamos en narrativas universales, ni en adaptabilidad, ni en resiliencia, excepto superficialmente.

Es verdad que el aislamiento cultural y geográfico de las comunidades aborígenes de Australia contribuyó a que un ritual (es decir, una práctica intergeneracional de acceso a la sabiduría) se haya mantenido durante tanto tiempo. Pero eso no es suficiente para explicar la continuidad del ritual. Otros elementos, como la cohesión social, el respeto a los ancianos, el apego a la tierra y las tradiciones orales deben ser tenidos en cuenta.

Podríamos decir que, desde una perspectiva galáctica, el planeta Tierra es un lugar tanto aislado cultural y geográficamente como lo es la tierra habitada por los aborígenes australianos en comparación de todo el planeta. Si así fuese, tenemos mucho que aprender de los aborígenes australianos para aprender a crear una comunidad planetaria que no confíe sólo en la tecnología y no cause su propia extinción.

El simple hecho de ver que es posible pensar a largo plazo y transmitir conocimientos y sabiduría relevantes para una generación 50 generaciones después de la nuestra debe ser considerado como una invitación a nuestra sociedad de repensar la manera en que preservamos y transmitimos nuestros conocimientos y sabiduría a las generaciones de todo el planeta y de todas las culturas.

El considerar si existe en nosotros algo tan valioso que lo seguirá siendo dentro de 12.000 años podría comenzar en repensar la manera en la cultivamos sabiduría, la manera que nos conectamos con la tierra, la manera que creamos experiencias compartidas y recuerdos colectivos, la manera que estamos presentes en el presente y también en el futuro, y la manera que la sabiduría colectiva llegará a distantes generaciones.

Quizá, para beneficio de nuestros descendientes, sea hora de pensar en bibliotecas espaciales y en portales de información cuántica para generaciones humanas no basadas en la tierra. Sea como fuere, dejarles un mensaje significativo a nuestros distantes descendientes requiere un profundo estudio de la esencia de la sabiduría humana.

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