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Proyecto Visión 21

Respetar a la vida incluye respetar los ciclos de la vida

Recientemente entrevistaron a un anciano español y le preguntaron si no sentía triste de que, después de 45 años, tuvo que dejar su trabajo, el de cuidar los toros que corren en el mundialmente conocido Festival de San Fermín, en Pamplona, el 7 de julio de cada año. El veterano trabajador inmediatamente respondió: “No.”

Luego explicó: “Si tú no respetas a la vida, la vida no te va a respetar”, añadiendo que “la vida tiene sus ciclos” y que cuando uno no acepta esos ciclos es cuando uno deja de respetar a la vida. En su caso, respetar a la vida significó reconocer y aceptar que se cerraba su ciclo de 45 años cuidando los toros de Pamplona. Por eso, subrayó, él no estaba triste.

Seamos honestos: muchos de nosotros, quizá incluso la gran mayoría, carece de la sabiduría expresada con tanta claridad por el mencionado trabajador español. Dicho de otro modo, no queremos o no podemos reconocer los ciclos de la vida y de la naturaleza. Creemos que podemos controlar lo que en realidad está fuera de nuestro control. 

Por eso, quedamos en una precaria situación psicológica y emocional que, en el mejor de los casos, se expresa como tristeza y duelo, pero que, en muchos casos, se expresa como insistencia en perpetuar y repetir un ciclo que ya se cerró, pero que no queríamos que se cierre. En esta segunda actitud, nos negamos a crecer, a madurar y a asumir nuestras responsabilidades.

Por ejemplo, muchas personas se quedan estancadas en la adolescencia en el momento de la transición de la adolescencia a la adultez. Sin importar la edad cronológica que alcancen, psicológicamente siguen siendo dependientes de sus padres o de la figura real o ficticia que en sus mentes reemplacen a los padres.

Otras personas se niegan a aceptar que el ciclo de “los mejores años” de la juventud se termina y, cuando comienzan las canas y las arrugas, emplean todo tipo de elementos y procedimientos para ocultar su verdadera edad, algo equivalente a tratar de tapar el sol con una mano. Esa falta de respeto a la vida genera desde divertidas confusiones hasta serios e irreparables problemas. 

¿Por qué no reconocemos los ciclos de la vida y de la naturaleza? Por dos razones. En primer lugar. vivimos en el contexto de un tiempo lineal, mecánico y cronológico y psicológicamente vacío, donde cada minuto es igual al anterior y donde el tiempo es simplemente algo que se intercambia por trabajo o por descanso.

En segundo lugar, y como consecuencia, ya no entendemos la vida como vida ni a la naturaleza como naturaleza. Por ejemplo, vemos cómo pasan las estaciones del año, pero no vemos su impacto en nosotros. De hecho, vemos a la naturaleza como “recursos”, pero no como un ciclo vital. 

Por su parte, los antiguos vivían respetando los ciclos porque vivían dentro de un tiempo cíclico en el que reconocían que había momentos en los que un ciclo se cerraba y otro comenzaba. Lo llamaban kairós. 

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