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Proyecto Visión 21

No nos apresuremos a negar la posibilidad de pulpos extraterrestres inteligentes

Hace sólo una semana (13 de mayo de 2018), más de 30 científicos de universidades de todo el mundo publicaron un artículo en una revista especializada analizando la causa de la llamada “explosión cámbrica” (la “explosión” de vida en la tierra hace 500 millones de años). Y la conclusión es que esa causa no sería de origen terrestre, sino cósmico (extraterrestre.)

El reporte, a cargo del Dr. Edward Steele y sus numerosos colaboradores, fue publicado en la revista Progreso en Biofísica y Biología Molecular y afirma que la llegada de virus del espacio habría causado una “diversificación evolucionaria” en la tierra. Y, en ese contexto, la inteligencia de los pulpos (cefalópodos) sería una indicación de su origen cósmico.

Dicho de otro modo, los pulpos son inteligentes porque su inteligencia vino del espacio exterior, ya que de otra manera resulta difícil explicar la evolución de la compleja inteligencia de los pulpos.

En definitiva, agrego yo, los pulpos serían los seres extraterrestres inteligentes que siempre estuvimos buscando (o quizá sus distantes descendientes.)

Obviamente, tan pronto como el artículo se publicó, científicos, expertos y comentaristas se apresuraron a decir que la hipótesis de un origen extraterrestre de los pulpos es, en el mejor de los casos, inaceptable y, en el peor de los casos, simplemente ridícula. Después de todo, ¿quién se atrevería a decir que los pulpos son inteligentes porque provienen del espacio?

Personalmente, no sé de dónde provienen los pulpos. Esa es una de las muchísimas cosas que no sé. Pero sí que en algún momento los “expertos” y los “científicos” afirmaban que la tierra era plana. Y cuando ya fue imposible negar que la tierra es redonda, esos mismos “expertos” y “científicos” afirmaban que la tierra era el centro del universo.

Eventualmente, la tierra perdió su lugar de privilegio en el centro del universo, pero entonces (hasta mediados del siglo pasado) se creía que nuestra galaxia, la Vía Láctea, era todo el universo.

Y se necesitaron varias décadas de experimentos para que reluctantemente se aceptase que la Vía Láctea es sólo una de las incontables galaxias del universo. Y quizá nuestro universo sea sólo uno en una pluralidad de universos.

Y hasta hace sólo un par de siglos se rechazaba el origen espacial de los meteoritos. Los científicos decían que piedras pesadas no podían elevarse tan alto como para caer del cielo y que, si eso sucediese, esas piedras simplemente caerían, pero no se quemarían. Así, los “expertos” descartaban los reportes y observaciones de meteoritos cayendo a la tierra.

Y fue sólo en el siglo pasado cuando finalmente se aceptó la teoría de que los continentes se mueven, a pesar de que esa hipótesis ya había sido propuesta mucho tiempo antes. Pero, cuando se propuso, fue tan ridiculizada como la hipótesis de meteoritos cayendo del cielo o de pulpos extraterrestres.

Por eso, decir “Eso no puede ser así” resulta peligroso, porque revela más una lealtad a ciertas ideas y grupos que una apertura a una nueva forma de ver la realidad.

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