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Proyecto Visión 21

Necesitamos “personas puente” con la conciencia de serlo

La semana pasada participé de un seminario de capacitación para la enseñanza del español a profesionales angloparlantes. El evento fue organizado por un diverso grupo de personas con un interés en común, el de promover en todo el país técnicas innovadoras para el estudio del español entre adultos monolingües estadounidenses.

El grupo incluía desde profesores universitarios hasta amas de casas, desde jóvenes estudiantes hasta trabajadores jubilados. Había instructores de esquí, expertos en recursos hídricos, dueños de pequeños negocios, participantes en proyectos de ayuda internacional, voluntarios en hospitales locales y directores de organizaciones sin fines de lucro.

Todos ellos nacieron en Estados Unidos, todos hablan inglés como primer idioma y español es su segundo idioma, y todos ellos creen que sería de gran beneficio para el país que los empresarios, políticos, dirigentes, líderes religiosos y representantes comunitarios aprendiesen por lo menos algo básico de español.

Como yo era el único del grupo nacido en América Latina y que hablaba español como idioma natal, quedé en una situación privilegiada para analizar por qué este grupo impulsa tan vehementemente el aprendizaje del español en hospitales, escuelas, cárceles, departamentos de bomberos y de policía, e iglesias de todo el país.

Uno podría pensar que se hace por motivos de ganancia económica, pero no es así. Todos los miembros de este grupo tienen un muy buen vivir y se han autoimpuesto restricciones en cuanto a los ingresos que pueden recibir por sus servicios al enseñar español.

¿Qué los motiva, entonces? Para responder a esa pregunta me fijé primero lo que todos los participantes del grupo tenían en común y encontré que todos ellos tienen títulos universitarios, viajan o viajaban con frecuencia fuera de Estados Unidos, hablan por lo menos un idioma más además del español y el inglés, y trabajan en proyectos educativos o comunitarios.

Además, todos ellos experimentaron en algún momento la frustración de tratar de aprender un idioma por métodos tradicionales (memorización gramatical, descontextualización cultural) y la alegría y el éxito de finalmente hablar español y de poder comunicarse con hispanoparlantes en un contexto cultural apropiado.

Lo que los motiva, entonces, es conocer los métodos que no funcionan para adultos que quieran aprender español, haber desarrollado métodos prácticos (pero con respaldo académico) que sí funcionan, y fomentar la comunicación y el entendimiento cultural antes que la perfección en la gramática o en la pronunciación.

Los motiva también el entender que los adultos monolingües y monoculturales pueden aprender un segundo idioma en pocas semanas (aunque no necesariamente con métodos tradicionales) y que la meta de aprender un idioma no es llegar a ser traductor (ya que la traducción es una habilidad específica) sino la de convertirse en el “puente” entre culturas e idiomas.

Me resultó alentador ver la dedicación con la que este grupo (formado hace ocho años) impulsa su misión de promover el español entre profesionales angloparlantes. Y fue aún mucho más alentador escuchar las numerosas historias y ejemplos de los éxitos logrados.

Es bueno saber que aún existen los constructores de puentes.

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