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Proyecto Visión 21

Nada quedará si no cuidamos la libertad de expresión

La semana pasada tuve el privilegio y la oportunidad de participar de la 69º Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que reunió a unos 300 periodistas y directores de medio de comunicación de todo el continente. Lo que escuché y aprendí sobre los ataques a la libertad de expresión me golpeó, porque no pensé que esos ataques llegasen al nivel que llegan.

Y no estoy hablando sólo de países que habitualmente están asociados con severas restricciones a la libertad de prensa, como Cuba o Venezuela, sino incluso países como Estados Unidos y Canadá, en los que, por razones de seguridad nacional y gracias al uso de sofisticadas tecnologías, también se restringe el acceso a información y se fomenta la autocensura.

De hecho, según el periodista uruguayo Claudio Portillo, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, este ha sido “el peor semestre” de los últimos cinco años para los periodistas de las Américas, debido al asesinato de 14 de esos periodistas durante estos últimos meses.

Además, 17 casos de asesinatos de periodistas aún no resueltos (mayormente en México y en Colombia) dejarán de ser investigados en los próximos meses al terminarse el tiempo legal para hacerlo, sin que se sepa quiénes son los autores intelectuales o materiales de esos crímenes.

En el mismo encuentro, delegados de distintos países, incluyendo Cuba (por segunda vez), presentaron sus informes sobre la situación de la libertad de prensa y de expresión en sus países. Los delegados denunciaron la compra de medios privados en varios países por parte de testaferros (e incluso de familiares) de los gobernantes y el uso de presiones económicas ilegales para lograr que los medios se autocensuren.

Los ataques a la libertad de expresión en varios países latinoamericanos, dijo Portillo, forman parte de un plan “de demolición de las democracias” para reemplazarlas por “líderes mesiánicos que quieren perpetuarse en el poder”.

“Creíamos que la llegada de la democracia traería una transparencia automática, pero estamos muy lejos de ese ideal”, aseveró.

En el caso específico de Estados Unidos, la situación se ha complicado por la imposición de restricciones al acceso a información pública cuando el gobierno considera que la difusión de esa información podría ser una amenaza a la seguridad nacional del país.

Además, la reciente revelación (por medio de documentos filtrados) que Estados Unidos espía las comunicaciones telefónicas y electrónicas de sus ciudadanos y de ciudadanos y gobiernos extranjeros indicaría, en opinión de Portillo, que existe “una clara intención de obstruir por medios legales el acceso a la información”.

Otro caso destacado fue el de la nueva Ley de Comunicación en Ecuador, popularmente llamada “ley mordaza”, que restringe las actividades del periodismo independiente. Según esa ley, el gobierno decide quién puede ser periodista y quien puede ser propietario de medios de comunicación.

Sin libertad de expresión, el ser humano se deshumaniza, transformándose en un títere. Como sugirió uno de los periodistas, a la libertad de expresión se la debe regar todos los días.

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