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Proyecto Visión 21

La tierra posee su propia red de electricidad (y nosotros estamos desconectados)

Un reciente estudio publicado por científicos de la prestigiosa Universidad Yale indica que nuestro planeta posee su propia red de electricidad, una red global de nano-cables o bio-películas generados por bacterias, tanto en tierra firme como en el mar, permitiendo así la circulación de la electricidad. 

Según los científicos, las bacterias crean una corriente eléctrica “estable y robusta” y esa corriente aumenta cuando los nano-cables (filamentos) quedan expuestos a la luz. Sin embargo, la corriente eléctrica generada por las bacterias se encuentra tanto en las profundidades de los océanos como en las profundidades de la tierra. Y la conexión es global.

Los científicos dijeron que hasta el momento se desconocía la existencia de esta red eléctrica a nivel planetario y que aún no se ha podido determinar cómo las bacterias generan la electricidad ni cómo logran conectarse unas con las otras. Aparentemente, las bacterias transfieren electrones al respirar. 

Más allá de lo que digan los científicos de Yale, es bien sabido que ya desde la antigüedad se aseguraba que una “red de energía” recorría todo el planeta y que, de hecho, algunos (o muchos, o todos) de los monumentos antiguos fueron construidos precisamente para acceder a esa red energética. 

No estoy diciendo que el reciente descubrimiento científico corrobora lo que se creía en la antigüedad y mucho menos sugiero que se trata del mismo tema. Solamente digo que existe una curiosa similitud entre uno y otro concepto dado que ambos hablan de una red natural de energía (o electricidad) recorriendo el planeta. 

Pero sea algo que producen las bacterias (como dicen los científicos) o sea que se trate de algo más misterioso (como creían los antiguos), lo cierto es que esa energía existe. De hecho, Nikola Tesla buscó acceder a esa red para transmitir energía eléctrica de manera inalámbrica a todo el mundo. 

Tesla no lo logró y hoy estamos conectados con nuestra frágil red eléctrica de creación humana y técnica, pero no con la energía del planeta. Dicho de otro modo, estamos desconectados, podríamos decir desenchufados del planeta, como lo muestran todas y cada una de nuestras acciones y de nuestros pensamientos en contra del planeta y de nosotros mismos. 

En griego antiguo, la palabra para “conexión” es logos, que también significa “razón”, “discurso”, “palabra”, “estudio” y diez páginas más de significados, incluyendo la presencia divina en nosotros.

Como bien enseñaba Heráclito hace dos milenios y medio, tanta es nuestra desconexión que ni siquiera sabemos que estamos desconectados de la naturaleza, del universo, de la divinidad, de los otros y de nosotros mismos. Sin embargo, según enseñaban los antiguos y parecen decir los científicos modernos, esa conexión con la energía del planeta no solamente posible, sino que es absolutamente necesaria para ser auténticamente humanos. 

Lamentablemente, preferimos reducir el mundo a una pantalla y, por eso mismo, delegamos la realidad en manos de “influencers” en vez de sentir el pasto mojado, de caminar por un sendero en el bosque o de disfrutar de las olas del mar. Somos i-lógicos (sin-logos).  

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