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Proyecto Visión 21

Existe esperanza: el futuro ya no es una continuidad del pasado

Francisco Miraval

En mundo lleno de atroces noticias sobre guerras y atentados a las que se suman alentadoras noticias sobre obras de caridad y nuevos descubrimientos científicos, ¿por qué le dedicamos cada semana estos párrafos a temas que no ocupan los titulares de los diarios o que no figuran entre las noticias más importantes en los noticieros de televisión?

Una parte de la respuesta es que personas mucho más calificadas ya analizan con gran sabiduría y detalle esos temas que inundan las páginas de los periódicos y las imágenes de la televisión. La otra parte de la respuesta es que existen muchos otros temas que, aunque no llamen la atención de los medios, no por eso son menos importantes o inspiradores.

Por ejemplo, en un mundo lleno de desastres, tanto naturales como causados por los humanos, en el que parece que los problemas se acumulan incontrolablemente y que estamos todos en una montaña rusa interminable, ¿puede existir una esperanza auténtica, que no sea sólo un mero deseo de cambio o de mejoras?

Creo que sí, que esa esperanza existe. Y la razón, aunque parezca una razón poco probable y hasta contradictoria, es que cada vez son más los jóvenes que, en mi opinión, se dan cuenta que el futuro ya no es una continuidad del pasado. Dicho de otro modo, el futuro ya no es lo que era. Y los jóvenes lo saben.

Mi primer nombre es “Francisco”, que también era el primer nombre de mi padre. ¿Y adivinen cuál era el primer nombre de mi abuelo? Pero mi hijo no se llama “Francisco”. Y no porque haya nada malo con este nombre, sino porque cuando nació mi hijo sentimos que el futuro de mi hijo no podía basarse en nuestro pasado.

Eso no quiere decir, obviamente, que no le hayamos enseñado nuestra cultura, idioma, creencias y tradiciones. Pero sí quiere decir que las ideas, conductas y metas de mi generación no pueden aplicarse directamente a una generación que vive en un mundo globalizado, tecnologizado e hiperconectado.

Siempre explico que ni mi padre ni mis hijos jamás tuvieron problemas con las computadoras. Mi padre no tuvo problemas con computadoras porque jamás tuvo una. Mi hijos nunca tuvieron problemas con computadores porque siempre las tuvieron a su alrededor. Es mi generación la que nació y creció sin computadoras y tuvo que acostumbrase a ya no poder vivir sin ellas.

En sólo tres generaciones (con la mía en el medio), se pasó de ver computadoras sólo en los episodios de Viaje a las Estrellas a tener en la palma de la mano instrumentos y artefactos tan poderosos como los que hace solamente unas décadas eran parte de la imaginación de los escritores de ciencia ficción.

Ese es un ejemplo, entre tantos otros, que el futuro ya no es una continuidad del pasado. El futuro está cambiando. Y los jóvenes lo intuyen, especialmente aquellos jóvenes que se toman la problemática de la vida con seriedad y que, por eso, quieren construir un futuro auténticamente mejor.

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