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Proyecto Visión 21

El mundo parece estar cada vez más loco

Frases como “Paren el mundo: me quiero bajar” o “El mundo está loco, loco, loco”, o expresiones similares, se han escuchado seguramente desde que la humanidad existe y, si no nos destruimos antes (o destruimos el planeta), se seguirán escuchando por incontables siglos. La repetición frecuente de esos dichos sólo acentúa la creciente locura de nuestro mundo.

Permítaseme compartir un par de ejemplos. Primer ejemplo: Recientemente decidí que ya era hora de dejar de usar una antigua caja de cartón para guardar ciertos documentos importantes y reemplazar el cartón por una pequeña caja fuerte a prueba de incendios.

Fui, entonces, a una conocida tienda de productos de construcción y remodelación y allí encontré una caja fuerte exactamente del tamaño y características que yo estaba buscando, incluyendo el hecho de resistir al fuego durante varias horas.

El precio me pareció muy bueno y estuve a punto de comprarla cuando noté un pequeño problema: las llaves de la caja fuerte eran de plástico. Piénsese en eso por un momento. Estoy a punto de comprar una caja fuerte dentro de la cual quiero proteger a algunos de los más importantes documentos que yo tengo y las llaves de esa caja son de plástico.

En caso de incendio, la caja y su contenido probablemente sobrevivirán, pero las llaves de la caja, por ser de plástico, seguramente no. ¿Cómo, entonces, voy a abrir la caja? ¿Rompiéndola? ¿Y entonces de qué me sirve tener esa caja? Además, ¿cuánto más puede subir el precio de una caja similar pero que incluya llaves de metal?

Locura número uno: una caja fuerte a prueba de incendios, pero con llaves de plástico.

Segundo ejemplo: recientemente asistí a una conferencia nacional en Denver y, durante la conferencia, usé el servicio de Wi-Fi que los organizadores del evento pusieron a disposición de los participantes. Todo funcionó bien hasta que decidí revisar mi correo electrónico.

Inmediatamente recibí un mensaje del servicio de email que uso diciéndome que alguien estaba tratando de acceder a mi cuenta desde un lugar inusual (un hotel en el centro de Denver) y que por lo tanto la cuenta estaba bloqueada.

Siguiendo un enlace que aparecía en el mensaje, le expliqué a mi servicio de email que era yo quien estaba usando la cuenta y que necesita acceder a mis mensajes. Incluso tuve que responder a varias “preguntas de seguridad” para comprobar que en realidad yo era yo.

Casi inmediatamente recibí otro mensaje agradeciéndome por confirmar que alguien más estaba usando mi cuenta y que, por lo tanto, el acceso a mis mensajes estaría suspendido por 24 horas. De nada sirvió llamar por teléfono y tratar de explicar la situación. Sólo pude acceder a mi email 24 horas después.

Locura número dos: si uno se desvía de su conducta habitual, uno queda castigado.

Obviamente, estas dos locuras son insignificantes frente a otras tan grandes y monstruosas que por su inmensidad casi ni las vemos, como la de destruir nuestro propio planeta, la de confundir educación con negocio y otras.

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