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Proyecto Visión 21

El aumento del conocimiento genera un aumento similar de la ignorancia

Con cierta frecuencia se repite esa broma que dice que el casamiento es la principal causa de divorcio. Técnicamente, es así. De la misma manera, se podría decir que el conocimiento es la principal causa de la ignorancia. Y bien puede ser que así sea porque queda claro que el fácil acceso a la enorme cantidad de información y conocimientos se confunde con sabiduría.

Una simple y hasta superflua visita a las redes sociales o una corta mirada a la mayoría de las opciones ofrecidas en cualquiera que sea la pantalla o plataforma que uno mire parece indicar que con toda facilidad las personas confunden acceder a cierta información con conocer y, aún peor, con saber.

Recuerdo (hace ya algunos años) cuando alguien me indicó que él ya no necesitaba aprender griego para leer los textos clásicos porque ahora “sólo necesito mover el ratón para ver la traducción”, agregando “Ahora ya sé griego”. (Si mi profesor de griego, con quien estudié en la universidad durante cinco años, hubiese escuchado esa frase, posiblemente hubiese tenido un ataque de nervios.)

Y en otro caso, más reciente, alguien insistió que ella ya había aprendido a cocinar risotto porque había visto un video de YouTube sobre el tema.

En ambos casos, el autoengaño de creer que uno “sabe” porque uno accedió a cierta información debería ser evidente, pero no lo es. Extrañamente, la razón en que vivimos en una época en la que no solamente se trata de saber, sino que se trata de saber algo que los otros no saben y que, por eso, nos permite demostrarles a los otros cuán equivocados están.

Ese es el contexto en donde surgen y se multiplican las teorías de conspiración, que les permiten a las personas no solamente creer lo que sea que quieran creer, sino también encontrar “argumentos” y “razones” para creerlo, sin necesitada de activar ningún tipo de pensamiento crítico ni de realizar ningún tipo de investigación seria. 

Por eso, la persona que acríticamente acepta una “teoría” (o ideología, o credo, o dogma) se ve a sí misma como una persona con conocimiento privilegiados y, por eso, como una persona “sabia”. A la vez, los otros que no aceptan ese “conocimiento” son vistos como “ignorantes”. 

Dicho de otro modo, las teorías de conspiración parecen ser la respuesta psicológica no sólo a una cantidad de conocimiento e información imposible de manejar y siempre en constante cambio, sino también a la epistemocracia (como la describe el filósofo español Daniel Innerarity) que le da prominencia al saber por sobre la ignorancia.

En definitiva, cuando hace dos milenios y medio Sócrates expresaba “Sólo sé que no se nada”, esa era una manera de expresar su sabiduría. Pero ahora, cuando alguien dice (o insinúa) “Sólo sé que yo ya sé todo”, esa es una manera de dar a conocer su ignorancia, que, lejos de ser una ignorancia causada por la falta de conocimiento, es una ignorancia arrogante que se sabe tal y, por eso no quiere (ni puede) conocer. 

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