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Proyecto Visión 21

Demasiadas señales en el rápido camino de la vida

Francisco Miraval

En la intersección de la Interestatal 70 dirección este y la E-470 dirección sur, unos pocos kilómetros al este de Denver, se pueden ver y leer (si realmente eso fuese posible cuando el vehículo transita a 120 kph y uno está cambiando de carreteras) 32 carteles con indicaciones para el tránsito desde la rampa de salida de una carretera hasta la rampa de acceso a la otra.

Así es: 32 señales que indican dónde comienzan y terminan las rampas, qué carriles continúan y cuáles doblan, cuál es la velocidad máxima permitida en esa intersección, y hacia dónde debe uno doblar para ir en la dirección el que uno quiera ir.

La información es absolutamente precisa y muy útil y, como sucede en estos casos, está codificada por colores, según se trate de información sobre movimientos del tráfico (amarillo), reglas de tráfico (blanco) o advertencias (rojo).

Sinceramente no creo que ningún conductor lea esas señales, ni mucho menos las haya contado. Creo que, por el contrario, uno simplemente ve los carteles con sus números o figuras y uno reacciones casi instintivamente, sea avisando que uno va a cambiarse de carril o reduciendo la velocidad de marcha.

Aun así, más de 30 señales otra tras otra en tan pocos metros y especialmente cuando uno circula a la alta velocidad allí permitida parece algo un poco exagerado, pero son señales necesarias, aunque no exista manera de leerlas todas.

La situación me hizo pensar que a veces también vamos a alta velocidad por la vida y que a veces la vida nos lleva a cambiar de dirección. En esos momentos, así lo creo, la vida nos da señales de que un cambio se aproxima. Pero, por ir tan rápido, prácticamente ignoramos esas señales como hacen los conductores al llegar a una intersección de dos carreteras.

¿Cuándo prestamos real atención a las señales de tránsito en la intersección de dos carreteras? Cuando es la primera vez que llegamos a ese lugar o cuando estamos perdidos. ¿Cuándo prestamos atención a las señales que nos envía la vida? Probablemente en esas mismas circunstancias.

Y en una y otra situación no tenemos tiempo para detenernos a leer y analizar cada señal. Las señales en las carreteras y en la vida (por medio de todo lo que el universo decida enviar en nuestra dirección) están allí precisamente para invitarnos a seguir, no para que nos paremos a leerlas. Hacerlo sería tan ridículo como quedarse a mirar el dedo índice extendido de alguien que nos muestra la dirección a seguir.

Y no se trata sólo de que debemos seguir, sino que además debemos hacerlo con la rapidez necesaria para evitar accidentes, contratiempos o demoras y, por eso, las decisiones, tanto en la carretera como en la vida, deben ser casi instantáneas, casi sin pensar.

¿Se puede vivir así, siempre a alta velocidad y casi sin prestar atención a las indicaciones que nos da la vida? Y si así vivimos, cuando finalmente lleguemos a nuestro destino, ¿a dónde realmente habremos llegado?

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