Hace poco menos de 30 años (1995), el episodio “Exploradores” de Viaje a las Estrellas: Abismo Espacial 9 presentaba al comandante Benjamin Sisko creando una réplica de una antigua nave espacial impulsada por velas solares. Ahora, la NASA anunció que una nueva nave espacial desplegó con éxito sus velas solares.
También hace 30 años (1993), Parque Jurásico se enfocaba en recrear animales extintos, específicamente dinosaurios, usando material genético. En esa fantasía, con la tecnología apropiada y dejando de lado consideraciones éticas, se clonaban distintas especies de dinosaurios. Pero según la empresa Colossal Biosciences, estamos cerca de clonar mamuts.
En uno y otro caso (y en muchos otros ejemplos que podrían darse), la situación es la misma: lo que hace pocas décadas era solamente ciencia ficción presentada en el marco de una o dos horas de entretenimiento ahora se ha vuelto una realidad. No una posibilidad. No un tema de estudio, sino una realidad.
En el caso de las velas solares, la NASA confirmó en un comunicado de prensa que a la 1:33 pm (hora del este de Estados Unidos) del 29 de agosto pasado, el Sistema Avanzado de Velas Solares Compuestas (ACS3) desplegó con éxito la nueva tecnología. Un día después, Ben Lamm, CEO de Colossal Biosciences, informó que la “desextinción” de mamuts “está más cerca de lo que la gente cree”.
Cuando lo que antes era impensable ahora ya sucedió, cuando la ficción se vuelve real y la realidad supera a la ficción, cuando se desdibujan los límites entre fantasía y realidad, entre posible e imposible, en ese mismo instante es cuando deberíamos abrirnos y conectarnos con lo imaginal. Léase con cuidado: hablamos de lo imaginal, no de lo imaginario.
Henry Corbin, un filósofo y orientalista francés del siglo pasado, desarrolló la idea de lo imaginal como un concepto central en el contexto de la filosofía y misticismo sufí e islámico iraní.
Corbin distingue entre lo imaginario, que generalmente se asocia con fantasías o invenciones sin realidad, y lo imaginal, que refiere a una realidad intermediaria, un mundo autónomo y objetivo que es tan real como el mundo material o espiritual, pero que se percibe a través de la imaginación activa. Abrirse a lo imaginal es aprender a percibir un nuevo nivel de la realidad.
Obviamente, la ficción en general y la ciencia ficción ejemplifican, como también lo hace el arte, esa apertura mental y emocional, y en muchos casos incluso espiritual, hacia otro nivel de la realidad, o, como decía Corbin, a un “mundus imaginalis" en donde las formas espirituales y los símbolos adquieren una presencia concreta más allá de la razón y de las experiencias sensoriales.
De esa manera, lo absurdo, lo imposible y lo impensado dejan de ser meras excusas para consumir algo de entretenimiento, es decir, dejan de ser una forma de escape de la realidad, para convertirse en medios de acceso a niveles más profundos de esa misma realidad por medio de experiencias que no pueden ser reducidas ni a abstracciones ni a conceptos.