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Proyecto Visión 21

Astropolítica y carrera espacial corporativa: un peligroso renacimiento de las ambiciones coloniales

Mientras nosotros dedicamos toda nuestra atención a nuevos videos, toda nuestra preocupación a los “Me gusta” y toda nuestra ansiedad a los resultados de nuestro equipo favorito (del deporte que sea), la nueva exploración espacial parece peligrosamente recrear el imperialismo colonizador y explotador que ha prevalecido en el mundo desde hace medio milenio.

Desde hace décadas, expertos en el tema advierten que, más allá de la innegable curiosidad científica y de los impresionantes avances en tecnociencia, las claras ambiciones geopolíticas de los países participantes en la exploración espacial delatan el potencial de una nueva era de explotación y colonización, esta vez en el espacio.

Estamos exportando más allá de la Tierra las mismas conductas y actitudes que han llevado a la humanidad a su precaria situación actual de constantes conflictos en un planeta cada vez más degradado.

En ese contexto, la Dra. Mary-Jane Rubenstein, filósofa experta en ciencia y religión de la Universidad Wesleyana, ha señalado en varias ocasiones los innegables paralelos entre el imperialismo de la Edad Moderna (que, en vez de terminar, parece ahora trasladarse más allá de la atmósfera terrestre) y las actuales tareas de exploración espacial.

En su libro Astrotopía: La peligrosa religión de la carrera espacial corporativa, Rubenstein argumenta que, a diferencia de lo sucedido entre los siglos 15 al 19, el nuevo imperialismo utiliza “altas formas de tecnología”, antes impensables, enmarcadas en una especie de retórica “cuasi religiosa” con ideas como “destino cósmico” o “salvación de la humanidad”.

Además, se menciona una larga lista de “recursos naturales” que podrían “extraerse” de los asteroides, y se habla de “colonizar” la Luna o Marte, creando allí “un nuevo mundo”.

Si alguien duda de la existencia de esa retórica, basta mencionar que existen numerosas películas y series televisivas que se enfocan precisamente en presentar y propagar esa visión, que se asemeja más a la conquista por la fuerza, el comercio o la religión presentada por Asimov en la trilogía Fundación que a la visión casi utópica de Viaje a las Estrellas de Roddenberry.

Sea como fuere, el reciente lanzamiento (literalmente) de la exploración espacial corporativa, además de llevar a sus astronautas a quedar estancados en el espacio o de pasear a celebridades, genera serias preguntas sobre dejar de lado la ciencia para darle prioridad a las ganancias, sobre disputas sobre derechos y propiedades en el espacio, y sobre nuevas formas de injusticia y explotación.

Por su parte, el Dr. Bleddyn E. Bowen, experto en relaciones internacionales de la Universidad de Leicester, asegura en su libro El pecado original: poder, tecnología y guerra en el espacio exterior que la carrera espacial se basa en una “astropolítica” cuyo elemento esencial es “la capacidad militar de tener influencia global”, sin consideración de los seres humanos.

Llevar al espacio el pensamiento imperialista y colonizador de la modernidad es simplemente trasladar esas ideas a un nuevo lugar. Pero, como ya dice el final del Lazarillo de Tormes (1554), “nunca mejora la vida de quien sólo cambia de geografía, pero no de costumbres”.

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