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Proyecto Visión 21

¿Cuál será el resultado de menos maestros humanos y más maestros robots?

Los maestros robots ya no son una novedad, pero lo que resulta novedoso es que cada vez con mayor frecuencia esos maestros robots reemplazan a los maestros humanos. Y lo más interesante es que los niños se entienden mejor con los robots que con los humanos.

Sea como fuere, los expertos dicen que en una década o década y media los maestros robots serán tan comunes en las clases como hoy lo son los humanos. Y la pregunta que surge es qué aprenderán y qué llegarán a ser aquellos niños que pasarán sus años formativos con robots.

Antes siquiera de adentrarnos en esa pregunta sería bueno considerar por qué los robots reemplazan a los humanos. Y las razones son varias. Ante todo, existen alternativas con mejores salarios y mucho menos estresantes que lidiar con el ambiente escolar, por lo que muchos jóvenes prefieren esas alternativas a la docencia.

Y luego está el tema de la violencia escolar, desde las penosas masacres a las que, lamentablemente, ya estamos casi acostumbrados, hasta la violencia entre los estudiantes, o de los padres a los maestros, o la discriminación hacia los estudiantes. padres o docentes de minorías. Muchos docentes simplemente no toleran ese ambiente.

También se debe considerar que la creciente tecnologización de la enseñanza (y de la vida en general) ya había comenzado a desplazar a los docentes. Recuerdo haber leído, pero no recuerdo dónde, que en China muchos jóvenes de entre 18 a 21 años no van a la universidad, y no porque no quieran estudiar, sino porque ya saben más que sus profesores por lo que aprenden en línea.

Pero existe un elemento más: el costo. Will, el humano digital que enseña en escuelas en Auckland, Nueva Zelanda, es gratis. Aún más, los niños pueden conversar con Will desde casi cualquier artefacto (computadora, laptop, teléfono) en cualquier momento. Y lo pueden hacer simultáneamente, algo imposible para un solo maestro.

Y Keeko, el robot de 60 cm que se usa en 600 jardines de infantes en China cuesta unos 1500 dólares, una fracción del salario anual de los docentes (quienes, dicho sea de paso, no son los profesionales mejor pagados.) Y, al contrario de lo que sucede con los maestros humanos, Keeko no pide ni necesita vacaciones o días por enfermedad.

Así que, tanto desde el punto de vista tecnológico como económico, tiene sentido, parece, que los robots reemplacen a los humanos dentro de las aulas. Pero ¿qué precio pagaremos en esa transición?

Me gustaría saber qué dirían Jean Piaget o Paulo Freire sobre el tema. ¿Ayudarán los robots al desarrollo cognitivo de los niños y pasarán esos niños por las cuatro etapas del desarrollo enumeradas por Piaget? ¿Lograremos movernos más allá de una educación bancaria y opresora, como denunciaba Freire?

Y una pregunta más: ¿qué pasará en pocos años con nosotros, los adultos, que no hemos sido educados con maestros robots? Quizá sea mejor no pensarlo, pero, por otra parte, sería mejor prepararse para ese (¿inevitable?) futuro antes de que llegue.

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