Menu

Proyecto Visión 21

“Usted no está en el sistema” y otros dilemas existenciales

Francisco Miraval

Desde hace varios años asisto a clases en una cierta institución terciaria y la semana pasada, cuando fui para el inicio de las clases, descubrí que, a pesar de haberme inscripto a tiempo, mi nombre no figuraba en el sistema.

La recepcionista me pidió mi nombre y apellido, pero no los encontró en “el sistema” (que aparentemente es una cierta entidad autónoma que sólo se comunica con ciertas personas privilegiadas). Y luego mi número de inscripción. Se lo di, pero de nada valió.

No estar en “el sistema” equivale literalmente a no existir. Para asistir a la clase que yo había seleccionado, la única alternativa era comenzar desde el principio todo el proceso de inscripción, a pesar de que yo sé que lo hice y que lo hice a tiempo.

El asunto no me pareció tan importante y en definitiva decidí tomar la clase en alguna otra ocasión. Luego, dos días después, recibí un intrigante mensaje electrónico de la compañía de teléfonos que uso con una oferta bastante buena. Para aprovecharla, decía el mensaje, sólo tenía que ingresar a mi cuenta y verificar que la oferta estaba disponible en el área donde vivo.

Pulsé, entonces, el enlace para entrar en mi cuenta y escribí el nombre de usuario y contraseñas correspondientes, pero un mensaje automático me indicó que había un error. Verifiqué la información y estaba correcta, pero “el sistema” no la aceptó. Finalmente, llamé a la compañía de teléfono y la persona que me atendió que me explicó que yo no estaba “en el sistema”.

¿Pero si es la misma compañía que uso ininterrumpidamente desde hace una década?, protesté. ¿Cómo puede ser que yo no esté en el sistema?

Según parece, la empresa había cambiado el complejo programa que usa para sus relaciones con los clientes y, por algún motivo, mi información había sido “purgada”, me dijo la persona de servicios al cliente. Y otra vez tuve esa sensación de no existir por no ser parte del “sistema”, esa misteriosa entidad que rechazó mi existencia dos veces en la misma semana.

La situación me preocupó porque, en ambos casos, yo, una persona de carne y hueso, estoy hablando con otra persona de carne y hueso, pero esa otra persona no acepta mi existencia a menos que tal existencia quede verificada no por mi presencia o mis palabras, sino por un “sistema” ahumano, inhumano, antihumano o transhumano, como quieran calificarlo.

La preocupación sólo se profundizó al leer una reciente nota en la que Nita Farahany, profesora de leyes y de filosofía en la Universidad Duke, afirma que en poco tiempo robots inteligentes van a poder leer el pensamiento de los seres humanos y saber no sólo lo que estamos pensando, sino también lo que antes hemos pensado.

Y la preocupación creció aún más al enterarme que la Agencia de Proyectos e Investigaciones de Defensa Avanzada (DARPA) de Estados Unidos anunció planes para próximamente lograr una conexión neuronal directa entre el cerebro humano y súper computadoras.

El sistema, entonces, es real.

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.