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Proyecto Visión 21

¿Qué más podemos ocupar además de Wall Street?

En estos días, todos hablan de Ocupar Wall Street y movimientos similares en todo el país. Algunos elogian a los “ocupantes”, mientras que otros, menospreciándolos, se mofan de ellos.

Sea como fuere, queda claro que cada vez son más quienes expresan su rechazo a un capitalismo extremo que no solamente impide alcanzar el tantas veces mencionado “sueño americano”, sino que aparenta poner en peligro incluso lo que podríamos llamar el “sueño humano”.

Dejando de lado en esta ocasión el contexto sociopolítico de este movimiento (que hace recordar a los indignados en España y a los piqueteros en Argentina), la pregunta que podemos hacernos es: ¿Qué otros lugares podemos ocupar además de Wall Street (o de la ciudad que sea)? Se me ocurren tres lugares, que enumero a continuación.

Primero, creo que deberíamos ocupar nuestro cerebro y nuestra mente, y ocuparlos de una manera creativa, inspiradora y desafiante. Vivimos en una época en la que, por una parte, tenemos acceso a cantidad y calidad de información que épocas anteriores jamás hubiesen podido soñar, pero, por otra parte, pensamos cada vez menos.

Con creciente frecuencia en las clases universitarias que enseño los estudiantes citan como base de sus investigaciones algún programa de televisión o algún sitio electrónico de dudosa reputación. Y en cierta forma lo hacen porque es más fácil regurgitar las ideas ya masticadas por otros que desarrollar el pensamiento crítico propio.

Por eso, debemos ocupar nuestra mente con ideas y disciplinas a las que quizá no estemos acostumbrados, como filosofía, literatura, poesía, historia y hasta el silencio de la meditación.

Hace muchos años, uno de mis profesores repetía que “el que piensa es peligroso”. Tenía razón, porque la verdad es que el cambio no empieza por estar sentado frente al televisor o por enviar mensajes cortos y mal escritos en las redes sociales.

Segundo, debemos ocupar nuestros corazones. Sé muy bien que en Estados Unidos muchos sufrimos de “fatiga de caridad”. Con tantos desastres en este país y en otros lugares del mundo, uno se cansa de recibir tantos pedidos de ayuda. Pero lo cierto es que necesitamos abrir nuestros corazones a la realidad.

En Colorado (donde vivo), por ejemplo, 900.000 personas, casi el 20 por ciento de la población estatal, no tienen acceso diario a suficiente cantidad y calidad de alimentos nutritivos, según Colorado Sin Hambre. Sin embargo, menos del 3 por ciento de la población económicamente estable cree que el hambre es un problema en este estado.

La realidad no se ve por medio de estadísticas, sino por medio del corazón. Ocupemos nuestro corazón con sentimientos y deseos de ayudar al próximo, aunque ya estemos casi cansados de hacerlo.

Finalmente, ocupemos nuestra imaginación. En 1912, la Dra. June A. Carroll, de Indio, California, fue una de las primeras en usar automóvil para visitar a sus pacientes. Molesta por no poder ver bien el camino en un cierto tramo de la carretera, Carroll decidió, sin permiso oficial, pintar una línea blanca en el centro. El resto es historia conocida.

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