Menu

Proyecto Visión 21

¿Para qué sirve realmente una buena educación?

Francisco Miraval

Recientemente me encontré con una joven estudiante a quien vi tan cansada que, como una manera de iniciar la conversación, le pregunté qué hacía ella en sus momentos de ocio. “No sé lo que eso significa”, fue su respuesta.

Asumí que, por provenir de países distintos y tener costumbres distintas, mi pregunta no había sido adecuadamente entendida y, por eso, comencé a explicar el significado de “ocio”. Pero antes de que yo pudiese avanzar más allá de un comentario inicial, la estudiante me detuvo para confirmar que ella ya conocía lo que “ocio” quiere decir.

Y antes de que yo pudiese decir nada más, me explicó que, para pagarse sus estudios universitarios, ella trabaja en dos lugares y luego toma clases de tiempo completo. Y, para ganar dinero extra, aprovecha sus talentos musicales para trabajar también los fines de semana. Además, está de novia y se mantiene activa en su iglesia.

Para esta estudiante existe una gran distancia, de hecho, un verdadero abismo, entre el conocimiento intelectual de lo que “ocio” significa y la vivencia existencial de disfrutar de un momento de ocio (algo que, dicho sea de paso, antes de la época moderna tenía un sentido positivo y se relacionaba con un tiempo de estudio y de desarrollo personal.)

De la misma manera que nadie se embriaga por leer en el diccionario la definición de “vino”, ni tampoco por memorizarla o repetirla, nadie disfruta de un momento de ocio y autodescubrimiento sólo por saber lo que “ocio” significa. En el caso de esta estudiante, ella tiene la agudeza mental para evitar confundir lo que ella sabe con lo que ella vive.

Como ella me dijo, su sólida formación académica no tiene ningún impacto en la dirección que ella le da a su vida.

Esa observación me hizo recordar un ensayo (que recientemente leí) sobre “El propósito de la educación”, escrito por un estudiante universitario en su anteúltimo año de estudios. El estudiante, Martin Luther King, Jr, estaba entonces (1946-1947) en el Colegio Morehouse.

Según King, la educación tiene un doble propósito. Primero, debe “disciplinar la mente”. Segundo, debe “integrar la vida humana en torno a ideales centrales”. “Es una tragedia que con frecuencia esto último se descuida en nuestro sistema educativo”, escribió King hace casi siete décadas.

King explicó que “la primera función” de la educación es enseñarle a las personas a “pensar intensamente”, es decir, a separar lo verdadero de lo falso, lo relevante de lo irrelevante, lo real de lo irreal. Pero, agregó, “esa no es toda la educación”.

En aquel entonces King ya advertía que se estaba ofreciendo una “educación sin moral”, es decir, una educación en la que se les enseña a los estudiantes a pensar, pero no se les da nada digno para que piensen. “No es suficiente conocer la verdad, también debemos amar la verdad y sacrificarnos por ella”, escribió King en su ensayo.

¿Para qué sirve entonces la educación si sólo repetimos lo que ya conocemos y nunca amamos ni nos sacrificamos?

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.