Menu

Proyecto Visión 21

¿Estamos listos para predicarles a los extraterrestres?

En medio de las trivialidades y superficialidades de la vida, cada tanto surge alguna declaración o pensamiento que nos sacude, no tanto por la declaración en sí sino por las posibilidades que ese pensamiento encierra. En otras palabras, se necesita a veces un buen sacudón para salir de nuestra modorra intelectual.

En este caso, se trata de las declaraciones del Dr. Guy Consolmagno, astrónomo y curador de la colección de meteoritos del Vaticano, quien la semana pasada, durante el Festival de Ciencia de Inglaterra, afirmó que estaría dispuesto a bautizar a seres extraterrestres “si ellos lo piden”.

Consolmagno reconoció que las posibilidades de que eso suceda son mínimas, debido a las dificultades que implica encontrar en el vasto universo no solamente vida inteligente, sino inteligencia capaz de comunicarse con nosotros.

Pero, dijo Consolmagno, quizá existan seres inteligentes y  con la capacidad de amar y de tomar sus propias decisiones, es decir, con un alma. “Una entidad, sin importar cuántos tentáculos tenga, tiene un alma”, explicó.

Sin embargo, según el astrónomo del Vaticano, el diálogo con esos potenciales seres extraterrestres (“aliens”, en inglés, que es la misma palabra que se usa para inmigrantes) quizá no se inicie con los grupos cristianos fundamentalistas de Estados Unidos, a quienes acusó de practicar “mala teología” y de abandonar la ciencia y las enseñanzas tradicionales básicas.

Dejando de lado cuestiones teológicas y hasta doctrinales, podemos rescatar un punto muy importante de lo que Consolmagno dijo: el pensamiento que actualmente impera en los sectores fundamentalistas de Estados Unidos (es decir, muy conservadores) impediría el diálogo con seres inteligentes provenientes de otros lugares.

En otras palabras (dicho por mí, no por Consolmagno), si ponemos en duda la inteligencia de una persona debido a que no tiene nuestra misma apariencia o no nació en un determinado lugar, entonces, sin importar cuán inteligente sea esa persona, no habrá diálogo posible, ya que no reconoceremos esa “inteligencia” (entendida como la capacidad de amar y de tomar decisiones propias).

De hecho, precisamente por negarnos a reconocer la inteligencia de la otra persona y por negarnos al diálogo, establecemos mecanismos para controlar la llegada y la presencia de esa otra persona y de otros como él o ella.

En otras palabras, la cuestión aparentemente teórica y distante de si debemos predicar o bautizar a un ser extraterrestre adquiere un aspecto práctico y concreto al descubrir que esa misma mentalidad e ideas se aplican de una manera muy real a las relaciones con los inmigrantes.

Quizá por eso “alien” significa en inglés “extraterrestre” e “inmigrante”, porque el mismo parámetro de pensamiento se utiliza para ambas relaciones: el de no aceptar que “los otros” sean inteligentes o que tengan alma, y el de querer controlarlos.

A la distancia y desde una tradición espiritual distinta (a la que no pertenezco), Consolmagno perfora agudamente la mentalidad imperante en ciertos sectores de la sociedad estadounidense que se cierran al diálogo no solamente con un extraterrestre multitentacular sino también con un terrestre de otro color o idioma natal.

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.