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Proyecto Visión 21

¿Dos décadas para resolver un problema urgente?

¿Cuánto tiempo se necesita para resolver un problema urgente? Obviamente, la respuesta depende de varios factores, incluyendo la complejidad del problema, la disponibilidad de recursos y el deseo de resolver la situación. Sea como fuere, a veces lo urgente, a pesar de esa urgencia, no puede resolverse inmediatamente.

La semana pasada tuve la oportunidad de realizar una entrevista que ilustra clara y dramáticamente ese punto. Entrevisté a un congresista federal de Colorado y, entre otros temas, hablamos de inmigración.

Le pregunté a este legislador cuánto tiempo llevaría implementar una reforma inmigratoria (a la que él mismo calificó de “urgente”) y su respuesta fue inmediata: 20 años. Pensé que quizá yo no había escuchado bien pero para disipar toda duda lo volvió a repetir: 20 años.

La razón, me explicó el legislador, es que la reforma inmigratoria solamente puede concretarse e implementarse en su totalidad en el contexto de otra serie de reformas, como por ejemplo, reformas en seguridad nacional, en salud, en educación y en economía.

Y para implementar todas esas reformas, de modo que las nuevas leyes inmigratorias tengan sentido y sean entendidas, se necesitarán dos décadas.

Para este legislador (con altos puestos en importantes comités en la Cámara de Representantes en el Congreso), sin ese paquete completo de reformas, sin ese nuevo modelo de país y de mundo, la reforma inmigratoria quedaría incompleta.

Primero, dijo, se debe modificar el actual sistema bancario (con un nuevo sistema monetario internacional) y se deben implementar nuevas políticas energéticas con un mayor énfasis en energía renovable y en el uso más eficiencia de la energía, de modo que se reduzca el uso de combustibles contaminantes (como carbón) y la dependencia de Estados Unidos del petróleo extranjero.

A la vez, se debería usar tecnología para reducir el alto y creciente costo de los cuidados médicos

Sólo entonces, dentro de 20 años, podría implementarse y sostenerse una reforma inmigratoria completa, que incluya no solamente alguna forma de legalización de las personas que ya están dentro del país (siempre y cuando esas personas cumplan con ciertos requisitos), sino también otros elementos, como permitir que hijos de indocumentados vayan a la universidad con aranceles reducidos si tienen las calificaciones académicas necesarias.

Pero esa reforma también debería incluir una mayor seguridad en las fronteras, una reforma de la Administración del Seguro Social, e incluso un sistema de contratación temporal de mano de obra extranjera.

Un conocido tango de Argentina (“Volver”) afirma que “veinte años no es nada”. Y quizá desde un cierto punto de vista no lo sean. Quizá en la vida histórica de un país un par de décadas sea un momento insignificante, relegado a una o dos páginas en los libros de historia.

Pero 20 años parece mucho tiempo para todos aquellos que esperan una solución al problema inmigratorio, sean o no sean inmigrantes. Sé que no hay que apurarse a implementar soluciones apresuradas, pero creo que ya ha pasado mucho tiempo como para esperar otras dos décadas antes de tener una solución inmigratoria apropiada.

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