Menu

Proyecto Visión 21

¿Cuál es la mejor manera de predecir el futuro? ¡Construyéndolo!

Francisco Miraval                                

Otro año se termina y como siempre sucede en estas fechas casi irresistiblemente surge la necesidad de hacer un balance del año que acaba y de tratar de anticipar el que se inicia. Pero, como alguien alguna vez dijo, hacer predicciones resulta difícil, especialmente acerca del futuro. Por eso, en vez de anticipar el futuro, lo mejor es construirlo.

¿Cómo se construye el futuro? Ante todo, se debe entender que el futuro ya no es una continuidad del pasado. Es verdad que durante muchos siglos y hasta hace sólo unas pocas décadas la idea era que las cosas continuasen más o menos como estaban, mejorando lo que fuese posible, pero sin desviarse mucho lo que venía sucediendo. Pero ya no es así.

El ritmo del cambio es actualmente tan rápido y tan constante que el presente ya no sirve para anticipar el futuro porque el futuro es (será) totalmente diferente del presente.

Recientemente escuché a un grupo de jóvenes conversar sobre este tema y uno de los jóvenes afirmó con un innegable grado de confianza que “¡Nos vamos a adaptar al futuro!”. A lo que otro joven le respondió: “¿Cómo te vas a preparar para adaptarte a un futuro que ni siquiera podemos imaginar?” Una muy buena pregunta, en verdad.

Hace 30 años, la película Volver al Futuro anticipaba el uso común de autos voladores en 2015. Obviamente, esa profecía no se cumplirá. Y para dentro de 30 años, en 2045, el futurista Ray Kurzweil (que ahora trabaja para Google) anticipa que los seres humanos seremos inmortales.

En otras palabras, pasamos de imaginar al futuro como una sensible mejora del presente a imaginar el futuro como una transformación radical de nosotros mismos. Por eso, el futuro ya es una continuidad del pasado y su misma impredecibilidad hace que ya no se lo pueda anticipar, sino sólo construirlo.

Además de aceptar la discontinuidad entre el pasado y el futuro, otro elemento importante para construir el futuro es entender que quizá nosotros no pertenezcamos a ese futuro. Quizá no nos corresponda a nosotros entrar en ese futuro, así como no le correspondió a la generación de Israel que salió de Egipto entrar en la Tierra Prometida.

No estoy promoviendo una enfermiza autoexclusión del futuro, sino una saludable aceptación que hay ciertas cosas en la vida, incluyendo el futuro, que no son para todos. Yo, por ejemplo, jamás seré un deportista profesional ni viajaré a la luna. Para decirlo de otro modo, existen actividades que, aunque agradables, quedan excluidas de mi presente. Y lo mismo puede decirse no sólo de actividades futuras, sino del futuro en general.

¿Qué se hace cuando uno comprende que el futuro ya no es una continuidad del pasado y que uno quizá no tenga lugar en ese futuro? Uno se hace a un lado y con respeto deja pasar a quienes a paso firme marchan hacia ese futuro. Pero apartarse no significa volverse irresponsable. Significa respaldar y aplaudir sinceramente a quienes tienen la valentía de imaginar lo inimaginable.

Go Back

Comment

Blog Search

Blog Archive

Comments

There are currently no blog comments.