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Proyecto Visión 21

¿Cómo podemos seguir igual si hemos cambiado tanto?

Francisco Miraval

Conozco a una cierta señora y a su familia desde hace poco más de 20 años, cuando ella y su esposo estaban recién casados y antes de que tuviesen hijos. Tras varios años de no verla, recientemente nos reencontramos y el encuentro me llevó a recordar cosas del pasado y también a recordar el futuro.

Los recuerdos del pasado surgieron al compartir en el presente historias sobre aquellos primeros encuentros cuando tanto ella como su esposo y yo con mi esposa soñábamos con todo lo que íbamos  hacer. Y los recuerdos del futuro surgieron cuando comparamos aquellos sueños y deseos con lo que dos décadas después hemos alcanzado.

Aunque la visita fue muy agradable debido al reencuentro y la presencia de la nietita de la señora, y aunque no existen grandes problemas ni para una ni para otra familia, algo de la visita y del diálogo no me gustó, pero inicialmente no lo pude expresar con palabras.

Varios días después comprendí a qué se debía esa sensación un tanto amarga que me había dejado el reencuentro: la señora con quien hablé, a pesar del tiempo transcurrido, estaba haciendo exactamente lo mismo que ella estuvo haciendo por más de 20 años siempre en el mismo lugar de trabajo.

A pesar de que ella ya no es la joven esposa que antes era, a pesar de que sus hijos ya son jóvenes adultos y que ella ahora ya es abuela, a pesar de todos los cambios en su familia y en el mundo, ella sigue haciendo exactamente lo mismo que antes y siempre en el mismo lugar.

Obviamente, en las últimas dos décadas el mundo también cambió en muchos aspectos sociales tecnológicos, abriendo así numerosas nuevas oportunidades de empleo, de estudios y de contactos en prácticamente lo que uno quiera. Pero, pesar de todos esos cambios, esta señora sigue igual.

No sé si ella se aferra al pasado por ser lo único que conoce o si la vida la desbordó tanto que por eso no pudo conectarse con el futuro que ella alguna vez soñó para ella misma y para su familia. Lo que sí sé es que ella ya no está en la misma etapa de su vida que ella antes estaba, pero, a pesar de ello, ella sigue como si nada hubiese cambiado.

Quizá por eso, como lo expresó, se siente frustrada. Y quizá hasta sin darse cuenta transmitió esa misma frustración e impotencia a sus hijos. Creo que fue eso lo que sentí en nuestra conversación y lo que me dejó ese sabor desagradable porque sin dudas ni esta señora ni su familia se merecen vivir atrapados en el pasado.

Cada etapa de nuestra vida presenta sus propios desafíos y uno de los más grandes desafíos consiste en dejar ir la etapa anterior para poder vivir a pleno la nueva etapa. Pero pocas veces nos preparan y nos preparamos para eso. De niños nos apuran a ser adultos y de adultos no siempre se nos enseña a seguir creciendo.

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