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Proyecto Visión 21

Hemos perdido la capacidad de comunicarnos racional e inteligiblemente

Como todos los años, recientemente le tocó pagar los impuestos municipales de mi negocio y, para hacerlo, entré en el sitio web de la ciudad en la que resido, confiando en realizar el pago en línea. Pero, según una respuesta automática, el trámite había sido denegado porque la información que yo usé era incorrecta.

Comencé entonces todo el procedimiento otra vez, cuidadosamente verificando cada número, cada detalle, cada palabra. Pero de nada sirvió. Una vez más, el mensaje automático decía que la información era incorrecta, aunque no lo era. De hecho, es la misma información que uso año tras año desde que habría el negocio hace más de dos décadas.

Llamé entonces a la municipalidad y solicité una explicación. Me dijeron que probablemente era sólo una cuestión de actualizar los registros que ellos tenían. Para hacerlo, yo sólo debía enviar por email copias de documentos oficiales que verificasen la información de mi negocio. Así lo hice y recibí entonces un mensaje indicando que en 48 horas el problema estaría solucionado.

Dos días después, confiando en la veracidad de ese mensaje, reinicié el trámite en línea, pero una vez más fue rechazado y por el mismo motivo. Para evitar nuevos retrasos y posibles multas, fui en persona a las oficinas municipales y expliqué el problema. 

“Lo que pasa, Sr. Miraval”, me dijo un empleado, “es que, a pesar de que el sistema le pide el número de impuestos de su negocio y el suyo personal, usted no debe usar ninguno de esos, sino el número contribuyente impositivo que nosotros le dimos”.

“¿Ustedes me dieron un número para pagar impuestos?”, pregunté. “¿Cuándo fue eso y cómo lo obtengo?”

El empleado entonces me dijo que, como ahora todos los pagos eran digitales, el número que yo necesitaba usar había sido incluido en un mensaje en la cuenta en línea a la que yo, para acceder, necesita el número que yo no sabía que existía.

A ver si puedo ser claro: la municipalidad cambió el sistema para pagar impuestos y el número necesario para acceder al sistema estaba dentro del sistema. ¿Cómo puedo conocer ese número si es precisamente lo que necesito para entrar al sistema donde está el mensaje con el número? 

Por alguna razón, quizá el mensaje de incredulidad, horror y enojo expresado en mi rostro, el empleado se fijó en su computadora y me dio el número por escrito. Ya de regreso en mi oficina, volví al sitio web en cuestión, ingresé el número y… una vez más fracasé.

Llamé nuevamente a la municipalidad y les expliqué la situación. Y la empleada que atendió mi llamado me dijo: “Usted no tiene que usar todo el número que le dimos, sino sólo los primeros ocho dígitos”. 

“¿Y por qué no me dijeron eso antes?”, quise preguntar, pero no lo hice, temiendo que hubiese algún otro código desconocido y secreto. 

Finalmente, el trámite se completó sin problemas, pero algo quedó muy claro: ya no sabemos, ni queremos ni podemos comunicarnos razonable e inteligentemente.

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