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Proyecto Visión 21

Continúa el debate sobre si la inteligencia humana crece o decrece

Francisco Miraval

El científico Gerald Cabtree, experto en genética de la Universidad Stanford, publicó recientemente un artículo (en dos partes y una respuesta) en Forum: Science & Society, indicando que nuestro “frágil intelecto” podría desaparecer debido a cambios en un gran número de genes de los que dependen nuestras habilidades intelectuales y emocionales.

En otras palabras, la humanidad es cada vez menos inteligente.

Aunque otros opinan lo contrario, tras leer esos argumentos que tratan de refutar las conclusiones de Cabtree me quedé con la impresión que, lejos de lograr su propósito declarado, muchos de esos argumentos confirman que de hecho estamos perdiendo nuestras capacidades intelectuales.

Debido a que carezco totalmente de conocimientos sobre genética, no me atrevo a decir nada sobre las conclusiones de Cabtree, para no correr el riesgo de convertirme en otro ejemplo más de esas conclusiones.

Por eso, me enfocaré en el primer párrafo de la primera parte de su artículo, en donde dice que “si un ciudadano de Atenas del 1000 AC apareciese repentinamente entre nosotros, él o ella estaría entre los más brillantes e intelectualmente activos de nuestros colegas y compañeros”.

Eso se debe, según Cabtree, a que la gente de aquella época poseía una buena memoria, una amplia gama de ideas y una clara visión de los temas importantes. Dicho de otro modo, los seres humanos actuales son menos inteligentes de lo que eran los griegos hace 3000 años. O, como dice Cabtree, “estamos lentamente perdiendo nuestros rasgos emocionales e intelectuales”.

Según este científico, existen de 2000 a 5000 genes relacionados con la habilidad intelectual y todos ellos deben funcionar adecuadamente para mantener esas habilidades. Pero, en su opinión, como ya no tenemos que enfrentar los grandes problemas de supervivencia que enfrentaron nuestros antepasados prehistóricos, muchos de esos genes están despareciendo y, con ellos, nuestra inteligencia.

¿Cómo es posible, entonces, que haya tantos avances científicos y tecnológicos en nuestra época? ¿No demuestra eso que realmente somos más inteligentes, quizá incluso mucho más inteligentes que nuestros antepasados lejanos y recientes, como recientemente argumentó Nicholas Kristof  en un artículo de opinión en el New York Times?

Según Cabtree, no es que seamos más inteligentes, sino que hemos cambiado la definición de inteligencia, para hacerla más superficial. Lo que ahora se llama “actividad intelectual” en realidad no requiere mayor creatividad o innovación de lo que en algún momento requirieron nuestros antepasados para inventar el arco y la flecha.

Además, según Cabtree, el supuesto aumento en el coeficiente intelectual de las personas durante los últimos cien años tendría que ver más con influencias ambientales que con un aumento real en la capacidad intelectual de las personas.

Por eso, Cabtree afirma que “casi todos nosotros estaríamos en una posición comprometida comparados con nuestros ancestros de hace 3000 a 6000 años”.

Quizá los antiguos tenían razón cuando hablaban (Ovidio, por ejemplo) de una edad de oro, perdida para siempre en el pasado, en la que los seres humanos eran mucho más inteligentes que en el presente. ¿Seguirá esa tendencia en el futuro?

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