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Proyecto Visión 21

“La realidad ha muerto. Y nosotros la hemos asesinado”

Con perdón de Nietzsche, por irrespetuosamente parafrasearlo, llegó la hora de proclamar que “La realidad ha muerto. Y nosotros la hemos asesinado”. Dicho de otra manera, la ilusión que nosotros hemos creado se ha vuelto tan real que nos hemos olvido que se trata de una ilusión y, por eso mismo, nos hemos olvidado de la realidad. Y el olvido es una forma de matar.

Permítaseme compartir un ejemplo. Recientemente, al leer la portada de un importante diario de un país sudamericano atravesando una de sus tantas crisis políticas y económicas, me encontré con lo siguiente: la nota principal de ese diario no era sobre la crisis, ni sobre las potenciales medidas para resolverla, sino sobre cómo sería o debería ser el final de Game of Thrones.

En otras palabras, el destino de personajes ficticios viviendo en reinos imaginarios ocupaba más lugar, con más explicaciones, y con más fotografías que el destino de personas reales viviendo en un país real y enfrentando una crisis real. Pero, ante Game of Thrones, la realidad, por más crítica que sea, pasa a un segundo lugar, o se desvanece completamente.

El tema, obviamente, no es nuevo. Hace unos 2300 años, Platón ya advertía en su famosa Alegoría de la Caverna que, en las condiciones adecuadas, nosotros, los seres humanos, confundiremos la ilusión con la realidad y viviremos toda la vida creyendo que esa es la realidad y que hemos aprendido algo de la realidad, cuando sólo se trata de una fantasía.

Pero en el caso de la Alegoría de la Caverna, para que la ilusión funcionase, las personas dentro de la caverna debían ser prisioneros sostenidos por cadenas en sus posiciones, para que siempre estuviesen mirando en una misma dirección. 

Y además se necesitaba un fuego detrás de los prisioneros y también se necesitaba que alguien que, usando ese fuego, proyectase sombras sobre la pared opuesta de la caverna, para que los prisioneros viesen esas sombras (y creyesen que esas sombras eran toda la realidad.)

Más de dos milenios después, la caverna ya no es necesaria y los creadores de sombras tampoco lo son. En la actualidad, nosotros mismos, sin necesidad de cadenas físicas, proyectamos las imágenes (sombras) frente a nuestros ojos, usando todo tipo de pantallas y artefactos. Y, a la vez, somos nosotros mismos quienes creamos esas imágenes (simulaciones) a las que luego tomamos como más reales que la misma realidad.

Nosotros mismos somos nuestros propios prisioneros, y, aún más, prisioneros de nuestras propias ilusiones, sin saber que se trata de ilusiones ni que nosotros somos nuestros propios captores. Por eso mismo, ya no sabemos quienes somos nosotros y esa alienación extrema nos lleva a un narcisismo, ahora usado como arma de combate, que nos aleja de los otros y del universo.

Como bien dijo en un reciente artículo la escritora Emma Rubio: “Lo triste de todo esto es que. ante esta simulación, ya no sabemos qué hacer con el mundo real, ya no vemos la necesidad de ese residuo llamado existencia”. 

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