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Proyecto Visión 21

¿Cómo sabe el “Capitán América” a qué hora voy a pasar por cierta calle?

Por cuestiones de trabajo, varias veces por semana debo recorrer de mañana la ciudad de este a oeste, y, aunque siempre por la misma calle, no siempre en el mismo horario. Sin embargo, sin importar a qué hora paso por esa calle, el “Capitán América” siempre está allí. Y yo no sé cómo el conoce mis horarios. 

Lo llamo “Capitán América” porque es un muchacho que, caminando claramente camino a su trabajo, lleva en su espalda una mochila con el conocido escudo del conocido superhéroe. Eso no es lo extraño. Lo extraño es que siempre veo a ese muchacho caminando por el mismo lugar y en la misma dirección, aunque yo recorra esa calle a las 8 de la mañana o tres horas después.

¿Cómo sabe este Capitán América a qué hora él debe salir de su casa para que cuando yo pase él esté precisamente allí, caminado a un costado de la calle? ¿Quién le pasa la información de mi horario de salida? ¿Cómo adquiere esa información?

Otra alternativa es que no es un solo y único “Capitán América” caminando junto a la calle, sino varios, que salen continuamente del mismo lugar cada cierta cantidad de minutos para dirigirse al mismo lugar en una cierta dirección, como autobuses o trenes saliendo de las estaciones. Pero como yo veo uno a la vez, creo que es uno solo, cuando en realidad son varios. 

Quizá se trata, dirán algunos, de una mera coincidencia sin importancia. Pero en ese caso debo decir que el avistamiento del “Capitán América” en distintos días y a distintas horas, pero siempre en la misma calle y caminando en la misma dirección, ocurre con tanta frecuencia y precisión como para dejar de llamarlo “coincidencia”. 

O quizá, dirán otros, sea sólo una ilusión. Pero si el “Capitán América” fuese una ilusión, no esperaría a que cambie la luz del semáforo para cruzar la calle. 

Existen otras varias explicaciones. Una de las que más me atrae es que este “Capitán América” es en realidad un androide usado por seres inteligentes de otro planeta para estudiar la conducta de los humanos, llevando un registro de cuántos humanos notan la presencia del “Capitán América” al conducir por una transitada calle. 

Pero quizá haya que tener en cuenta otra alternativa, la de asumir que yo mismo estoy creando esa realidad. Permítaseme explicarlo con un ejemplo. 

Hace ya muchos años, cuando mis hijos eran pequeños, sucedió que, al mirar un partido de fútbol por televisión, cada vez que yo dejaba de mirar para hacer otras cosas, mi equipo favorito marcaba un gol. Tanto fue así, que mis hijos llegaron a creer que era yo, no los jugadores, el causante de los goles.

Obviamente, no soy tan ingenuo como para creer que mis acciones tienen efectos como lograr anotaciones para un equipo de futbol y modificar el horario de un trabajador para que yo pueda verlo portando su mochila de Capitán América. Pero alguna misteriosa conexión debe existir, porque “que las hay, las hay”. 

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