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Proyecto Visión 21

¿Quiénes son los verdaderos híbridos del presente?

La publicidad de ciertos vehículos ha popularizado la palabra “híbrido” como una manera de designar a aquellos carros que tienen acceso a dos fuentes de energía: gasolina tradicional y electricidad. Se trata de carros que no son ni una cosa (vehículos a gasolina) ni la otra (vehículos eléctricos), sino las dos a la vez. Creo que allí se encierra una lección para nosotros.

Como seres humanos, también nosotros somos una especie de híbridos, pero no de una manera monstruosa como los centauros de la mitología que, por ser una mezcla, al final no eran ni humanos ni equinos (a pesar de que, según la leyenda, eran extremadamente inteligentes, pero esa es otra historia).

Los seres humanos somos una unidad de opuestos, animales y dioses, ángeles y demonios a la vez; capaces de los más altos actos de sacrificio por otros y de las más horrendas atrocidades. En cada uno de nosotros se mezcla el liberador y el opresor, el potencial y el desperdicio de ese potencial.

Vivimos en esa paradoja de lograr increíbles avances tecnológicos capaces de salvar millones de vidas y de a la vez usar esa misma tecnología para matar a otros tantos millones de personas. Tenemos un creciente número de aparatos de comunicación a nuestra disposición, pero en muchas ocasiones seguimos en completa soledad, aunque estemos rodeados de personas.

En nuestro interior se mezclan la racionalidad y la irracionalidad, el amor y el odio, la creatividad y el aburrimiento, la valentía y la cobardía, la ayuda al prójimo y la indiferencia, la superficialidad y la profundidad, el materialismo y la espiritualidad.

Tantas son esas contradicciones, que a veces cuando nos vemos en el espejo de los medios de comunicación, nos reconocemos a nosotros mismos y otras veces no. De hecho, a veces no nos reconocemos ni siquiera cuando vemos nuestra propia imagen en el espejo de nuestra propia casa.

Para los inmigrantes, las paradojas y contradicciones se acentúan aún más. Ya no somos “de allá”, pero tampoco nos sentimos “de aquí.” Hablamos un idioma con el que no nacimos y que todavía seguimos aprendiendo y lamentablemente ya nos estamos olvidando de nuestro propio idioma natal.  Nuestro pasado y nuestras raíces están “allá” y nuestro futuro está “aquí”.

Venimos a trabajar, pero cuando nos toca trabajar 12 o más horas al día para poder mantener nuestras familias, nos acusan de descuidar a nuestros hijos. Hacemos crecer las iglesias, pero después nos piden que adoptemos los métodos de aquellas iglesias que sin nosotros estarían perdiendo gente.

“Allá” ya no nos entienden y “aquí” todavía no nos aceptan. Queremos ser “nosotros”, pero nos estamos transformando en “ellos”. Somos mezcla de europeos e indígenas, y en muchos casos desterrados de nuestras propias tierras.  Pero por eso somos quienes somos.

Nuestras contradicciones y paradojas, nuestro mestizaje cultural y racial, son como esos órganos de iglesia que tienen dos teclados, capaces de producir desde el silencio hasta sublimes melodías. Somos ‘híbridos” y nuestro mensaje se escucha cada vez más fuerte y mayor claridad.

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