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Proyecto Visión 21

¿Qué más se puede esperar cuando recortamos nuestra historia y humanidad?

Francisco Miraval

Mucho se ha dicho y mucho más aún se dirá de la matanza de niños y maestras en una escuela en Connecticut la semana pasada. En estos casos, lo mejor es dejar que los expertos den a conocer sus opiniones. Pero, con el debido respeto a quienes están mucho mejor equipados que nosotros para opinar del tema, nos permitimos compartir un par de pensamientos.

En primer lugar, de la misma manera que los ríos más poderosos del mundo, como el Amazonas o el Nilo, tienen humildes orígenes en lugares muy distantes de su desembocadura, orígenes pocas veces vistos y mayormente olvidados, las matanzas en escuelas, templos, centros comerciales, cines, iglesias, hoteles, y tiendas en Estados Unidos tienen orígenes históricos distantes y mayormente olvidados.

Las matanzas en Estados Unidos, lamentablemente, no son nada nuevo. Quienes las cometen y dónde se cometen quizá lo sean. Pero de la misma manera que el origen y la desembocadura de un río, a pesar de ser distintos, están conectados, las matanzas del pasado y del presente, a pesar de sus muchas diferencias, parecen estar históricamente conectadas.

De hecho, se podría considerar a Felipe Espinosa como el primer asesino en masa dentro de lo que hoy es el territorio de Estados Unidos. En 1863, Espinosa (con la ayuda de su hermano y otros familiares) asesinó a docenas de personas en el sur de Colorado.

Pero las fuerzas del orden no necesariamente actuaban de mejor manera. El 29 de noviembre de 1864, 700 hombres de la milicia de Colorado atacaron y asesinaron decenas de mujeres y niños de las tribus Arapaho y Cheyenne que habían pacíficamente acampado en el sur de Colorado. Se estima que entre 70 a 163 personas murieron ese día.

Y el 20 de abril de 1914, dos mujeres, once niños y un número indeterminado de hombres murieron cuando la Guardia Nacional de Colorado atacó a mineros en huelga en la localidad de Ludlow. Las muertes agravaron el conflicto. De hecho, se estima que casi 200 personas perecieron asesinadas antes de que la huelga se levantase en diciembre de 1914.

Las matanzas en masa, como estos ejemplos lo demuestran, no son nada nuevo. Y los ejemplos podrían multiplicarse. Pero a la vez que recortamos, borramos y cercenamos nuestra historia, también cercenamos nuestra humanidad.

Un día antes de la matanza en Connecticut, el sitio de Internet Yahoo Education publicó una lista de aquellas carreras universitarias “inútiles”, “indeseadas” y “sin salida laboral”. Esa lista incluye filosofía, estudios religiosos, antropología, arqueología, estudios étnicos y otras carreras relacionadas con humanidades. Es decir, los estudios a los que me dedico desde hace más de tres décadas.

El artículo en cuestión insiste que, aunque esas carreras no tienen nada de malo, es mejor dedicarse a otras carreras con mayor aceptación en el mercado. Es decir, dejemos de pensar en quiénes somos, qué creemos o cuál es nuestro pasado. Dejemos de lado nuestra humanidad porque la humanidad “no vende”.

Sin historia y deshumanizados, ¿cómo podemos asombrarnos de que ocurran las masacres?

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